He leído con un interés creciente el poemario «Canciones de la gran deriva» de Vicente Muñoz, historias hiladas en sentimientos que nacen llanos y se entremezclan hasta conseguir emociones almizcladas, impresiones en la parte más gelatinosa de la memoria, a donde llegan como si, en ocasiones, fueran nuestras propias experiencias las que allí se narraran de forma tan poética, en jornadas interminablemente lentas, en rutas y caminos donde se vence a la realidad a través del sueño inquietante y el empeño, como si viviéramos un road-movie salpicado de sucia realidad y de tedio y de melancolía y de lucha, que se expande hasta el infinito incierto de esperanza en algo que aún no es dúctil pero que, sin embargo, ya se puede palpar. O al menos intuir su tacto.
La voz del poeta leonés traza vértigos a través de las páginas, como si cruzáramos a ciegas el Universo haciendo equilibrio en un alambre en llamas, bajo un fondo dudoso y precario donde se fabrica en el día a día la realidad. La crisis que crece en gráficos imposibles de mantener en una gráfica. Callejones, hogares y tormentas. Rutas de kilómetros, días sin huella, la soledad de los hoteles, tiendas de zapatos y un muestrario itinerante en la penumbra del maletero. El amor deshilvanado, el cansancio de los días, la deriva de los bares, la inercia que nos lleva a sujetarnos en el impulso de caída, los proyectos que golpean el ardor de la mente para mantener la mano firme para trazar la siguiente sílaba, que se hará palabra, que alumbrará la frase hasta llegar al verso. Literatura pura contenida en cada verso. En cada uno de los versos que nos llegan latiendo a nuestra mente, como imágenes escritas para proyectarse en nosotros como una reflexión abierta que nos guía al silencio, para saborear otra vez en el recuerdo los significados, los mensajes, la certeza de cada uno de sus disparos hechos grafía.
Vicente Muñoz sorprende. Y más sorprende saber que este libro es una re-edición tras trece años, en el que se incluyen algunos poemas inéditos, que enriquecen aún más la obra. Un poemario altamente recomendable, como lo son también sus otras obras publicadas, tanto poemas, como relatos, novela o ensayo, o su magnífico fanzine Vinalia Trippers, o el nunca suficientemente ponderado blog Hankover, imprescindible para cualquier amante del viejo Bukowski.
«Canciones de la gran deriva» es una ruta de sentimientos oblicuos a través de la realidad más descarnada, donde la lucha incesante siempre permite que no flaqueen las fuerzas para la siguiente batalla. O un barco que navega más allá de lo que el mar abarca, pero nunca a la deriva, sino hacia un puerto donde esperan los que aún guardan esperanzas.
Magnífica también la portada de Julia D. Vázquez y acertado prólogo de David González.
José G.Cordonié, del blog La Hermética Furibunda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario