jueves, 29 de abril de 2010
miércoles, 28 de abril de 2010
LA BIBLIOTECA IMAGINARIA: Sujeto de Experimentación.
Otra estupenda web de información y creación literaria, La Biblioteca Imaginaria, invita a narradores y poetas a enviar a su espacio sugerencias y textos.
Recientemente han publicado mi poema Sujeto de Experimentación, perteneciente al poemario inédito Animales Perdidos:
lunes, 26 de abril de 2010
OTRA GUERRA MÁS PERDIDA
Yo estudié para ser abogado
y terminé vendiendo zapatos
en tiendas de saldo.
Quizá si hubiera
escuchado antes mi voz
escribiría hoy mejores poemas,
pero no fue así
y me forcé a rematar
sin fe mi error.
Fue una guerra dura que perdí,
no hay más que eso.
Y aún quedan otras muchas
por las que luchar.
Vicente Muñoz Álvarez, de Canciones de la gran deriva (Ateneo Obrero de Gijón, 1999).
viernes, 23 de abril de 2010
PARAFILIAS ILUSTRADAS: Sadismus.
.
Parafilias ilustradas es un estupendo e inquietante blog de microrelatos sobre conductas y prácticas sexuales, que invita a escritores e ilustradores a participar enviando textos e imágenes.
.
Recientemente han publicado uno de mis relatos:
SADISMUS
.
Recientemente han publicado uno de mis relatos:
SADISMUS
.
Me acerco silencioso subiendo la escalera. Tras la puerta percibo aún sus movimientos. Y ya en el interior respiro su cálido perfume.
Espero a que se duerma agazapado en el diván. Con el cloroformo pierde rápido el sentido. Y luego me desnudo junto a ella.
La poseo varias veces mientras uso la cuchilla. Mi ansiedad crece al ver brotar su sangre. Y contemplo cómo va cambiando su perfil.
Separo sus miembros limpiamente con la sierra. Devoro ávidamente parte de sus vísceras. Y vuelvo a poseer su cuerpo mutilado.
Después comienzo con cuidado la limpieza. Cualquier indicio puede ser fatal. Y ya nunca podría volver a asesinar.
http://parafiliasilustradas.blogspot.com/2010/04/sadismus.html
jueves, 22 de abril de 2010
miércoles, 21 de abril de 2010
lunes, 19 de abril de 2010
NOCHE VACÍA
Puede parecer lo contrario, pero lo que nos horroriza a cualquiera es despertarse un mañana diferente de la noche antes. Es decir, perder el sentido del propio entramado.
Cesare Pavese
Cesare Pavese
Es, quizás, una noche como la mayoría, como tantas y tantas otras noches en las que me despierto sudoroso, sin motivo aparente, y también sin motivo aparente, siempre sin motivo aparente, comienzo a sentirme vacío... Permanezco tumbado en la cama con los ojos abiertos, inmóvil en la oscuridad total del cuarto, sintiendo cómo, poco a poco, pese a intentar retenerlo, se me va escapando el sueño. Más o menos, con escasa variación, sobre la misma hora: entre las tres y media y las cuatro. Y comienzo a sentir entonces una soledad que no logro explicarme, que no logro entender, una especie de agobio u opresión por haberme vuelto a despertar en plena noche con la certeza de que no será, el que viene, un amanecer tranquilo, a fuerza de pensar en el tiempo expropiado, en tantas y tantas horas perdidas intentando recobrar el sueño esquivo y dando, una y otra vez, vueltas al mismo proceso. En realidad, pienso, intentando dormir se vuelve siempre a lo mismo, o se suele al memos tener la sensación de haber estado dando vueltas a las mismas cosas, a las mismas viejas historias que, poco a poco, inevitablemente, se van deformando. Y de esta manera, o parecida, a fuerza de divagar una y otra vez sobre lo mismo, me voy deshinchando, me parece como que en el fondo fueran de otro, esos recuerdos, haciéndome sentir cada vez más desolado y haciéndome, asimismo, pensar en la muerte: la muerte como consumación de la nada, como consumación del vacío. Aunque por otra parte, y quizás para agravar aún más la situación, mi mujer duerme a mi lado, duerme plácidamente cada noche a mi lado, y por alguna oscura razón su plácido sueño hace que me sienta en la cama insoportablemente solo. Esa extraña soledad, pienso, que embarga al insomne al contemplar al durmiente y de la que éste nunca o casi nunca llega realmente a saber, esas horas en las que sus sueños, su respiración y sus movimientos son controlados por el que a su lado se desgasta despierto, por el que a su lado, lentamente, envejece despierto. Así es que, lejos de representar cualquier compañía o solaz, la presencia de mi mujer en la cama me resulta más bien turbadora, quizá por su serena armonía, por su perfecta quietud que, de algún modo, por alguna morbosa asociación de ideas, se me antoja en ocasiones cadavérica y fría. Tan cadavérica y fría como la de mi propio cuerpo, tumbado boca arriba, que a veces, en plena cavilación insomne, no logro tampoco identificar. Me parece el de otro, mi cuerpo, escrutando inmóvil la noche, custodiando las horas vencidas y acechando en la oscuridad cualquier movimiento. Me parecen de otro mi memoria y mi cuerpo, y me parece una extraña la mujer que duerme a mi lado, mi propia mujer, como falta de vida, a la que siento cada vez más distante, más y más distante en el laberinto gris de los sueños... Tengo incluso miedo a veces, cuando ella se me acerca inconsciente, a palpar su rostro en la penumbra y descubrir unos rasgos distintos, unas facciones cambiadas que me arrojen de pronto encima todo el terror de la noche... Aunque ese es sólo uno más de mis miedos, otra de las muchas obsesiones que atormentan mi mente agotada en las horas de insomnio... Están también esos pasos que de vez en cuando me parece escuchar, pisadas tenues, ominosas, que recorren lentamente la casa mientras dormimos... Está el miedo a las vísceras, a los merodeadores, a las tormentas, a la soldedad, a la vejez, a la agonía… Y está también mi propio corazón cansado, consumido, que en los momentos de mayor paroxismo se me antoja descompasado y a punto de dejar de latir... Pequeñas fobias, pienso, adquiridas a fuerza de invocar noche tras noche al sueño formulándome las mismas preguntas y acudiendo, desesperado, a los mismos recuerdos.
Como ahora, en este instante, sufriendo en la cama el mismo ciclo: este despertar súbito en la oscuridad del cuarto, tras un sueño escaso y ligero, turbador, y esta indefensión posterior frente a la noche, este escuchar los mismos ruidos, la respiración de la casa y las pisadas furtivas en el piso de arriba, este sentirme despersonalizado e impropio, como atrapado en otro cuerpo, y este temor infundado a mi propia mujer, capaz de transformar su rostro en sueños. Pero sobre todo, frente a todo ello, o quizás a causa de ello, este intenso y asfixiante vacío que me incapacita para eludir mis propios fantasmas y aventar mis propios miedos... Este insoportable vacío que, sin motivo aparente, me hace despertar sudoroso en mitad de la noche dejándome a solas frente al tiempo y sometiéndome a un inútil desgaste...
Aquí estoy, tumbado en la cama con los ojos abiertos, esperando impaciente la primera luz del día, la salvación que, por lo general, implica para mí la mañana. Porque, en realidad, pienso tras consultar por enésima vez mi reloj, lo peor ya ha pasado, ya queda poco, está ya a punto de amanecer…
Y de este modo, o parecido, es como cada noche, sin motivo aparente, me veo arrastrado a recorrer semejante camino hasta encarnarme otra vez en mi cuerpo y recobrar en él la calma, el aplomo necesario para tantear de nuevo a mi mujer dormida y enfrentarme otra mañana al mundo con la esperanza de que la próxima, tal vez, será una noche tranquila, no alterada, en la que quizás logre conciliar del todo el sueño...
La gozosa y esquiva placidez del sueño.
La gozosa y esquiva placidez del sueño.
Vicente Muñoz Álvarez, de Los que vienen detrás y otros relatos (DVD ediciones, 2002 - reedición 2009).
Ilustración by Miguel Ángel Martín, del fanzine Vinalia Trippers.
domingo, 18 de abril de 2010
sábado, 17 de abril de 2010
SALTO AL VACÍO
La ópera prima de Daniel Calparsoro, Salto al vacío (1994), no pudo ser más prometedora: un ambiente claustrofóbico y brutal, una sucesión frenética de secuencias de alta tensión, un ritmo trepidante y una casi desconocida pero estupenda Najwa Nimri, convierten esta cult movie de ecos tarantinianos en otra de mis películas indispensables.
Ultraviolento, inmisericorde, sórdido y crudo como la vida perra, Salto al vacío es, a mi juicio, el mejor film de Daniel Calparsoro y una de las más intensas películas de acción del cine español del pasado siglo.
Bon appetit
v
Salto al vacío in You Tube:
jueves, 15 de abril de 2010
miércoles, 14 de abril de 2010
domingo, 11 de abril de 2010
jueves, 8 de abril de 2010
DÍAS DE RUTA
otra vez
los días
oscuros
tristes
días de ruta
de intentar
vender zapatos
la crisis
la baja
autoestima
las tiendas
que cierran
los clientes
que no pagan
la incertidumbre
la deriva el miedo
el alarmismo el caos
la competencia
la decadencia
el alma rota
el fin de raza
sólo el amor
(by Jul)
perdura
Vicente Muñoz Álvarez
Hombre Extraño
miércoles, 7 de abril de 2010
domingo, 4 de abril de 2010
LA NEREIDA
Desde la costa escuchábamos el arrullo de las olas al morir junto a la playa, el incansable ir y venir de la corriente del océano repitiendo mansamente su ciclo inmemorial. Mi mujer mecía entre sus brazos al hijo que hacía sólo unas semanas acababa de alumbrar, susurrándole las mismas canciones que de niña sus padres le enseñaron. Recostados en la arena disfrutábamos descifrando los enigmas de esas formas que la espuma efímeramente traza cuando se diluye y vuelve a renacer, preservados por el calor amable de las dunas que se perdían en el horizonte. Y de las profundidades verdinegras del abismo, cabalgando la cresta de una ola, la Nereida se abalanzó sobre mi esposa arrebatándole a nuestro hijo de sus brazos, vestida de oro y blanco e insultante en su hermosura. Impulsada por los celos, arrastró con ella a la criatura que no le fue dado concebir y se sumergió nuevamente en el océano para no emerger ya más.
.
.
Sólo algunas veces, cuando el mar embravecido se encapricha jugando a su antojo con las olas, hemos creído verles asidos de la mano sobre ellas con su larga melena disparada por la brisa, lejanos e intangibles.
Vicente Muñoz Álvarez
de Monstruos y Prodigios
(Junta de Castilla y León, 1996.
Ilustraciones de Joaquín Herrero Goas).
sábado, 3 de abril de 2010
LOS OJOS SIN ROSTRO
No demasiado conocido, aunque mítico y paradigmático en su género, Los ojos sin rostro (1959), de Georges Franju, es un oscurísimo film de horror y angustia, poético y psicoanalítico, lleno de secuencias estremecedoras y excesos (el transplante de rostro, sin ir más lejos, que luego Tobe Hooper inmortalizaría en La matanza de Texas), aunque también, por momentos, surrealista y bellísimo.
La máscara inexpresiva de la protagonista y sus ojos suplicantes, como atrapados (nunca mejor dicho) en otra piel, no se olvidan jamás, ni esa muchacha con la cara vendada corriendo por las galerías, ni la jauría de perros famélicos que devoran al enloquecido doctor...
Otra fascinante cult movie, en suma, que desde este blog de penumbra aconsejo encarecidamente recuperar.
v
Los ojos sin rostro in You Tube:
viernes, 2 de abril de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)