viernes, 30 de noviembre de 2012

COSMOS



tan 
minúsculos

en el planeta
en el cosmos
en la galaxia

y sin 
embargo

también

llenos
de extraños
por dentro


Vicente Muñoz Álvarez

jueves, 29 de noviembre de 2012

EDITORIALES: Modo de empleo.


Un editor y cuatro escritores demuestran que aún hay espacio para la literatura, aunque sea minoritaria. 

Cristina Fanjul. Diario de León, 25/11/2012.

La adquisición por parte de Random House —el grupo editorial líder de Bertelsmann— del 100% de las acciones de Random House Mondadori, su división editorial en España y América Latina, y la fusión entre Pearson y Bertelsmann ha puesto negro sobre blanco el hecho cierto de que la montaña de la crisis se escala mejor si cuentas con porteadores. Y es que la concentración empresarial permitirá compartir autores, pero también generar sinergias en departamentos como el almacenamiento, la distribución o la impresión, ahorrando costes y liderando el mercado de la edición electrónica

No son buenos tiempos para la lírica, tampoco para la narrativa o el ensayo, lo que mueve a generar nuevas maneras de acceder a la publicación y, por ende, a los lectores. El director de la editorial Calambur, Emilio Torné, destaca que la capacidad de difusión de una editorial se encuentra principalmente en las redes sociales. «Pero nuestro mejor marketing son nuestros lectores, el boca a boca, las presentaciones, los recitales…» Y es que el marketing presencial se ha convertido en una de las maneras con las que cuentan los ‘grandes desconocidos’ para hacerse con un hueco en el mercado.

Torné reconoce que en edición lo principal es nivelar la inversión con la recuperación. «Poco importa que sean inversiones millonarias o modestas. Se hunden castillos y flotan cáscaras de nueces. Con la poesía se puede vivir, claro que sí, aunque sea modestamente», explica. Destaca que una de las características de la poesía es que si eres cuidadoso y exigente, puedes desarrollar un catálogo de altura literaria con no demasiados recursos. «El nuestro es un proyecto cien por cien literario, con ‘sobrevivir’ nos basta». Un buen leit motiv, din duda, sobre todo en una época en la que los superventas se los llevan producciones centradas en la evasión y no tanto en la reflexión y formación de los lectores. «No hay grandes ventas, pero sí un grupo de seguidores fieles de lo que publicamos, así que todo el catálogo ayuda», precisa el editor, que subraya que hay autores que tiran del barco. «En nuestro caso baste citar a Juan Carlos Mestre y la amplia hermandad de lectores que tiene por toda España». No obstante, Calambur también bucea para encontrar nuevos talentos con los que ampliar el panorama literario, si bien, como destaca Torné, la dificultad no está en encontrarlos, sino en la «triste tarea» de decidir qué se edita y qué no. Como la prudencia manda, en poesía la tirada de salida ronda los 750 y los 1500 ejemplares. «Son tiradas cortas, en consonancia con la vida modesta de la que hablábamos», explica. Y añade que los nuevos sistemas han facilitado mucho la reimpresión, por lo que siempre se puede disponer de ejemplares si se necesitan.

La crisis también ha cambiado la relación de los escritores con su público, que han tenido que agudizar el ingenio para abrir nuevos canales de relación con los lectores. Autoedición, crowfunding, publicación en internet son algunos de los nuevos medios con los que los autores del siglo XXI acceden a la publicación de sus obras.

El pionero leonés en echar mano del crowfunding fue Yago Ferreiro, y lo hizo para sacar adelante la segunda edición de Poética para cosmonautas. La única condición que el escritor puso para la reedición fue que la licencia fuera creative commons, con el fin de que pudiera colgarse en internet y que todo aquel que quisiera pudiera acceder a la obra de manera gratuita. Así fue como se decantó por el crowfunding. En menos de 24 horas, un mecenas anónimo, Javier Pinto, puso sobre la mesa el dinero necesario para realizar una tirada de 500 ejemplares, en una edición preciosa realizada por Alberto R. Torices, en la que el diseño corrió a cargo de Alberto y Javier Arce y que fue prologado por Alberto Olmos y Agustín Fernandez Mallo. Yago Ferreiro asegura que recibió ofertas de sellos de poesía más o menos consolidados, que desestimó porque no accedieron a poner el libro con la licencia ‘cc’ menos restrictiva de todas.

En cualquier caso, Yago Ferreiro —que en estos momentos está ultimando la edición de su segunda obra— destaca que si bien su experiencia con el micromecenazgo ha sido positiva, no la considera una herramienta válida para el modelo literario. «Considero que funcionará con músicos y con cineastas a la perfección pero no con escritores de élite. El escritor, a pesar de lo que nos pueda parecer, no tiene una legión de fans esperando su nueva obra y sigue necesitando de un engorroso proceso de marketing para llegar a los lectores», asume. El escritor asegura que no conoce a ningún escritor profesional que considere el crowdfunding como una opción válida, como modelo de negocio, dado que en literatura aún sigue siendo un indicativo de calidad publicar en los sellos de referencia. «La autoedición, por muy válida y romántica que nos resulte, no deja de ser vista entre los profesionales como una opción para autores sin recursos. Coincido en esa visión dado que un autor no es un hombre orquesta y para sacar adelante un producto literario de calidad se necesitan figuras irremplazables como los editores, los correctores de pruebas, etc».

Por su parte, Álvaro Acebes confiesa que no tiene mucha experiencia con las editoriales, pero considera que hay editores comprometidos con el arte literario —«La labor de Carlos Barral en los años 60-70 fue inmensa», precisa—, y que no dudan en poner su dinero para ayudar a un autor joven y desconocido (caso de Eloy Tizón o Andrés Barba). «No olvidemos tampoco que una editorial es un negocio que mezcla en su catálogo la buena literatura que le dará beneficios con otra que solo es buena literatura y le da prestigio. En contadas ocasiones se da el milagro de que ambas cosas van unidas», asegura.

El jovencísimo autor leonés defiende que el trabajo de un escritor debe ser independiente a lo que opinen las modas o el mercado editorial. «Hay autores que trabajan codo con codo con sus editores, envían capítulos sueltos, corrigen diálogos, cambian personajes o montan escenas en colaboración con ellos. Yo pienso que una novela, un poemario o una compilación de cuentos son tarea única y personal del escritor», asevera. Y es que Acebes asegura desconfiar de aquellos libros nacidos al calor de la mercadotecnia y cree que la literatura ejerce un ejercicio radical de soledad y de disciplina. «La obra debe ser siempre independiente y auténtica. El único escalafón de un escritor es la calidad, algo que poco o nada tiene que ver con las ventas».

Un caso particular es el de Vicente Muñoz, que confiesa que los primeros intentos de publicar su obra fueron equivocados. «Pretendía acceder directamente y con mi primer libro a los grandes grupos editoriales y recibí varias cartas de rechazo de todos ellos. Pronto me di cuenta, en cambio, de que existían ya por aquellas, mediados de los noventa, muchos sellos pequeños e independientes que apostaban por la obra de los escritores noveles con tiradas pequeñas, de entre 200 a 500 ejemplares, y a ellos me dirigí», explica.

Fue así como encontró editores para sus primeros libros: El vendedor de pararrayos, Iralka, Ateneo Obrero de Gijón, etc, y desde entonces ha ido publicando sin demasiada dificultad su obra en pequeñas editoriales, hasta llegar casi a los veinte títulos. «Obviamente, no es lo mismo publicar en las grandes editoriales que hacerlo en las más modestas, pero el acceso a estas últimas es mucho más viable y sencillo, y mi pretensión, por encima de las ventas, es la de que la gente interesada en mi obra pueda acceder a ella», destaca. Sin ir más lejos, este mes han salido al mercado dos nuevos poemarios, ambos publicados por pequeños sellos, en concreto Baile del sol y Origami.

Pero es que, además, Vicente Muñoz se embarcó en el mundo de la edición, aplicando el mismo criterio que puso en marcha en su faceta como escritor. Su sello editorial, Vinalia Trippers, ha apostado siempre por escritores no mediáticos pero de valía, editando su obra en revistas y libros de pequeña tirada.

Rafael Saravia recuerda que la primera vez que consiguió publicar fue una sensación maravillosa. «Comencé con una editorial de ámbito nacional y la alegría por pertenecer a un catálogo al que pertenecían figuras como Vicente Nuñez, Alberti, Carvajal, Atencia, etc. fue muy estimulante». No obstante, reconoce que no es una tarea fácil. Por esa razón, él y el resto de integrantes de Leteo decidieron crear su propia editorial, para dar la posibilidad de publicar a literaturas diferentes y a jóvenes sin mucha obra. «Nosotros no necesitamos un curriculum del autor para publicarle, nos vale con que sus textos encajen dentro de nuestra manera de entender la literatura. Lamentablemente, por falta de fondos económicos, publicamos tan solo un libro de poesía y un libro de narrativa al año», indica Rafael Saravia. El poeta confiesa que durante estos años se han encontrado con libros maravillosos, con autores muy comprensivos que «saben lo difícil que es sacar un libro adelante y otros, tal vez ingénuos, que te hablaban de adelantos suculentos cuando jamás habían publicado ni en una revista». A pesar de que se trata de una editorial pequeña, con una distribución muy moderada, llegan varios manuscritos al mes, lo que demuestra, en palabras de Saravia, «lo complicado y frustrante que es hoy en día publicar un libro».

Premios, la otra modalidad

Con respecto a los premios literarios, Rafael Saravia considera que deberían ser algo diferente. «Nacieron como medio para dar la oportunidad de publicar y reconocer obras inéditas de autores inéditos. También para honrar la obra de autores totalmente consagrados. La realidad, lamentablemente, es otra», lamenta.

Y es que son muchos los que denuncian sotto voce que, por lo general, los premios no son tan limpios como debiera ser.

Vicente Muñoz confiesa que no cree mucho en los premios literarios. «Lo primero porque sé que la gran mayoría están amañados, y lo segundo porque los libros que se publican vía premios apenas tienen difusión y se quedan en los almacenes de las instituciones públicas, sin lectores ni destinatarios», subraya.

En parecidos términos habla Yago Ferreiro, que considera que para optar a un premio has de escribir bajo presión y haciendo florituras que puedan agradar a los jurados. «Entiendo que hay una literatura académica apta para ese tipo de premios, un tipo de escritor y un tipo de libro que, más allá de los posibles arreglos encubiertos que todos conocemos, están destinados a ser premiados», declara.

Y es que, ya lo dijo Fernando Arrabal en un tuit: «El premio a un escritor puede ser justo si el jurado se confunde»... y eso no suele pasar demasiado a menudo.

MC5: Call me Animal.

martes, 27 de noviembre de 2012

TAMIZ

a veces 
sucede

filtras 
la realidad
por el tamiz
de la poesía

y todo 
funciona

otras
en cambio

aunque
lo intentes

no


Vicente Muñoz Álvarez

lunes, 26 de noviembre de 2012

FIN DE RUTA


sin fuerza
sin alegría
sin esperanza
sin fe

despido
este oficio
hasta la siguiente
campaña

las tiendas vacías
los traspasos
los impagos
los clientes rotos

el gremio
de los zapatos


Vicente Muñoz Álvarez

CANCIONES DE LA GRAN DERIVA en PUNTO DE LIBRO


De Vicente Muñoz Álvarez ya os presentamos un interesante libro de relatos, allá por el año 2009 -ver Punto de libro nº 7-. Volvemos a traer a nuestras páginas a este autor todoterreno, pero ahora con una obra poética, Canciones de la gran deriva. Este poemario que acaba de reeditarse fue el primero que publicó su autor. Han pasado desde entonces trece años. Trece son, también, los poemas que se han añadido a los que se incluían en la primera edición. El resultado es una obra que sorprende, además de por sus cualidades literarias, por su absoluta vigencia.

La poesía de Vicente Muñoz Álvarez se aferra a la realidad, a la calle, a las miserias personales, sociales y universales. Y lo hace con rotundidad expresiva, con atrevimiento y desparpajo. Con esos mimbres nos ofrece en este volumen más de cincuenta poemas. Poemas que hablan de esperanza, de desesperanza; de tiempos pasados que aún siendo malos, eran mejores. Poemas que denuncian -o quizá solo exponen- lo absurdo de la mercancía que nos quieren vender como vida, y la pasmosa facilidad con que compramos esa mentira. Algunos de estos poemas hablan de violencia individual, cruel y visceral; un tipo de violencia que encontrábamos también en el libro de relatos que citábamos antes. En otros poemas la violencia de la que se habla es más genérica, más impersonal, pero más sádica: la ejercida por un tipo de vida, por una sociedad de la que somos rehenes, o quizá huéspedes acomodados y complacientes. 

El viaje que vivimos al deslizarnos por estos poemas es un continuo ir y venir de lo individual a lo colectivo. De los miedos de un niño a los miedos de toda una sociedad; de la esperanza de una pareja de enamorados, de su optimismo decidido, al desencanto de toda una generación que carece de trabajo, de oportunidades y de futuro. Pero en ese viaje se vislumbra cada cierto tiempo, en el horizonte, una esperanza a la que el autor no renuncia, y que es una obligación tanto como una necesidad. 

El lector avanza entre estos poemas ayudado por el ritmo que el autor imprime en sus versos. Negándose a las métricas encorsetadas, encuentra una libertad que agiliza la lectura sin renunciar nunca al ritmo, a la musicalidad que convierte cada poema en una canción sin estribillos monótonos. Pero esa fachada amable, esa melodía que ayuda a avanzar de un poema al siguiente, no esconde las crudas realidades con las que nos acabamos topando y que nos dejan anclados en algunos poemas, que nos obligan a cerrar el libro durante unos minutos para digerir cada idea. 

Quizá sea cierto -como dice el propio autor en uno de sus versos- que escribir poemas como este en una sociedad como la nuestra sea terrorismo de estado. Pero si así es, se trata en todo caso de un terrorismo sin violencia, cuya única potencial víctima es nuestro conformismo.


Página principal de Punto de libro: http://puntodelibro.es
Descarga directa de la revista en formato PDF: http://puntodelibro.es/pdf/punto_de_libro_026.pdf
Descarga directa de la revista en formato ePUB: http://puntodelibro.es/epub/punto_de_libro_026.epub

FRIENDS

Con Juancho López & Julio César Álvarez
en el Plan B

photos by Santos Perandones

domingo, 25 de noviembre de 2012

LILYA FOREVER


Crudísimo, descarnado y real como la vida perra, Lilya forever (2002), de Lukas Moodysson, es un descenso al infierno de la prostitución y un alegato nada complaciente contra la  explotación sexual y la violencia de género, que por su objetividad, acongoja y pone los pelos de punta.

De cómo una adolescente es arrastrada mediante subterfugios a la mala vida, de las miserias de la prostitución y el maltrato, del extrañamiento y la soledad en las grandes urbes, de la pérdida de la inocencia y del chantaje emocional y el frío nos habla esta impactante película, áspera y dura como el cemento armado (aunque a la vez tierna y emotiva), que se clava como un dardo envenenado en el corazón y es de las que nunca se olvidan.

Impresionante la actuación de los dos jóvenes protagonistas, la fotografía gélida y desangelada (acorde con el entorno y situación que retrata) y la puesta en escena y guion del propio Moodysson, que se marca sin sensacionalismos un peliculón sobrio y rotundo, puro cine de autor moderno, corrosivo e imprescindible en cualquier videoteca.

9 sobre 10.

v

Trailer in You Tube:

TIEMPO






eso es

saber
que tu chica

te espera
en la cama

caliente

los dos
juntos vivos

desafiando
al tiempo


v

sábado, 24 de noviembre de 2012

UNA NAVIDAD DE MUERTE: Ya a la venta.


Ya a la venta "Una Navidad de muerte" en nuestra tienda online. 

Gastos de envío GRATIS. 

Un conjunto de relatos en los que lo sobrenatural se mezcla con lo cotidiano, y donde la vida y la muerte están separadas por una línea apenas imperceptible.

Hemos querido hacer un homenaje a estas entrañables fiestas preparando un libro especial, y para ello nos hemos rodeado de los mejores autores: 

Norberto Luis Romero - Jesús Esnaola - Víctor Balcells Matas - José Ángel Barrueco - Ana F. Montes - Vicente Muñoz Álvarez - Jesús Martínez Balmaseda - Joaquín Piqueras - Sonia San Román - Patxi Irurzun - Miguel Á. Hernández-Navarro - Jorge Barco - José Manuel Vara - Juanjo Ramírez - Pepe Pereza - Celia Novis - Julio César Álvarez


JOSÉ LUIS BORAU

jueves, 22 de noviembre de 2012

TIERRA & LIBERTAD


aunque al margen del calzado, la política y el parné, fe desde luego en otras cosas, el cálido abrazo de mi chica al anochecer, los reencuentros con algunos amigos, los preparativos de futuros viajes, la magia de los símbolos y del azar y, por supuesto, el salir a buscar setas por las praderas y bosques, que me libera de ataduras y me renueva y limpia por dentro... cada seta (en este caso, fresquísimas pie azul) una angustia menos, cada paso sobre el verde una catarsis, cada minuto bajo el sol de otoño una revelación, como una terapia, un bálsamo, una cura interior, así me sientan estos paseos al terminar la ruta, la lluvia amarilla cubriendo la tierra, el ocre intenso, los rincones sombríos, las encinas perennes, el musgo en las rocas y los halcones surcando el cielo... qué distinto y ajeno todo al extrañamiento de estas semanas pasadas en la carretera, las conversaciones tremendistas con los clientes, la preocupación por las ventas, las noches vacías, los amaneceres gristes de hotel y las interminables jornadas con los muestrarios a cuestas sobre el asfalto de la gran ciudad...

fin de la ruta

otoño en la tierra

crecen las setas

v

miércoles, 21 de noviembre de 2012

24 MALETAS



caros incómodos
feos anodinos
desfasados corrientes

así son 
mis zapatos

24 maletas
llenas de muestras
de un solo pie

según 
mis clientes

mientras yo me desespero
inútilmente intentando
demostrar lo contrario

al final 
de la ruta

en medio 
de la crisis

ni una 
sola alegría

ningún 
atisbo de fe


Vicente Muñoz Álvarez

lunes, 19 de noviembre de 2012

DYLAN THOMAS: El sonido mágico de las palabras.


Me gusta tratar las palabras como un artesano trabaja la madera o la piedra, tallarlas, esculpirlas, tornearlas, pulirlas, hacer brotar los motivos, los acordes, las fugas de sonidos que expresan algún impulso lírico, alguna duda o convicción de espíritu, alguna verdad confusamente percibida que debo intentar alcanzar o comprender.

Dylan Thomas

La Literatura, como la propia Historia, se rige por impulsos cíclicos. Es un hecho probado cómo cada generación busca unos colores propios y disiente en parte de los de la anterior, entroncando a su vez con los que ésta ya había rechazado. Se implanta así un orden nuevo que posiblemente recupere o recicle algunos valores considerados hasta entonces ya desfasados y que una vez más vuelven a ser fuente de inspiración. Y se inicia de este modo otro ciclo que no tardará en volver a ser cerrado.

A este esquema, o parecido, responde la evolución de la poesía inglesa de la primera mitad del siglo XX, que en la época en que Dylan Thomas comenzaba a escribir había dado la espalda a ese panteísmo tan peculiar de la cultura celta que había caracterizado la obra de muchas generaciones anteriores.

En la década de los años treinta, la línea poética dominante en Inglaterra oscilaba entre el intelectualismo de T.S.Eliot y el materialismo de H.Auden, que habían eliminado lo imaginativo y espiritual de la poesía, propugnando una transformación de corte social.

Fue el llamado Movimiento Apocalíptico, en cuyo seno podría adscribirse a Dylan Thomas, el que puso fin a esta línea intelectual e ideológica de la poesía, retomando una vez más lo emotivo y lo romántico como fuentes básicas de inspiración: lo místico, lo profético, lo religioso, la luz interior del poeta que desde Blake había iluminado muchos de los mejores poemas de la literatura inglesa de los últimos siglos.

Baste recordar aquí una de las citas más célebres de Thomas para corroborar la magnitud del cambio que su poesía supuso respecto a la de la generación anterior: “Estos poemas – refiriéndose a Collected Poems -, con todas sus crudezas, dudas y confusiones, han sido escritos por amor a los hombres y para alabanza de Dios, y sería yo un loco rematado si no lo fueran.” Palabras que ponen de manifiesto el distanciamiento temático y formal que separaba por aquel entonces ambas corrientes.

En cualquier caso, pese al posible encuadre generacional de su poesía, Dylan Thomas confirió siempre a su obra un sello propio, una originalidad basada en el ritmo y el sonido de las palabras y en las evocaciones continuas de la infancia, que adquieren en su escritura una importancia de primer orden.

Influenciado en parte por los surrealistas, Thomas recrea en su obra un universo saturado de extrañas imágenes y dotado de una musicalidad y una cadencia irrepetibles, una poesía exaltada y onírica, religiosa en cierto modo, que despierta en el lector resonancias dormidas, esa canción biológica que emana de lo más profundo del hombre y que tan bien habían entonado anteriormente Shelley o Yeats, por citar algún ejemplo.

Todo lo cual, unido a su azarosa biografía y a su prematura y trágica muerte, ayudó a potenciar la leyenda que aún gira en torno suyo.

Nacido en Swansea (Gales) en 1914, Dylan M. Thomas manifestó desde niño una potencialidad innata al ensueño y la poesía, rechazando cualquier otra responsabilidad y convirtiéndose muy pronto, a raíz de la publicación de Dieciocho Poemas en 1934, en una de las más sólidas promesas de la literatura inglesa del pasado siglo.

Con tan solo veinte años, fue unánimemente elogiado por la crítica y reconocido en los círculos más influyentes de la época (“El suyo no solo es un libro prometedor: es más bien la clase de bomba que estalla, como mucho, una vez cada tres años”, afirmó Desmond Hawkins en la revista Time and Tide). Éxito que vinieron a consolidar poco después Veinticinco Poemas (1936) y Mapa de Amor (1939), dos libros llenos de alusiones a la infancia y estampas soñadas, que situaron a Thomas entre los más grandes poetas de su tiempo siendo aún joven.

Concebidos para ser escuchados, además de leídos, los citados poemarios juegan su baza más brillante en el sonido, generando, como los mantras budistas, una fuerza hipnótica capaz de transmitir imágenes y sensaciones. Algo a lo que debieron contribuir, sin duda, las frecuentes colaboraciones radiofónicas de Dylan para la B.B.C., que le acercaron al gran público y sirvieron para romper la figura típica del poeta como intelectual etéreo y maldito.

Aunque junto a esa celebridad, está también la otra cara de la misma moneda: el Dylan alcohólico e irresponsable, irascible, embustero y falseador… Los testimonios que de esa época han aportado sus biógrafos y amigos, y en especial su esposa Caitlin, muestran el verdadero carácter del poeta, bebedor, farsante y en continua deriva, un hombre de múltiples caras en función de la gente a la que se dirigiera: cultivado y solícito con editores, pero violento y grosero con los seres queridos; iluminado y angélico, bufón, cínico y enfermizo… Todo un cúmulo de contradicciones. Como contradictoria fue también su escritura, densa y llena de símbolos, fantástica y luminosa a veces, pero también inquietante y sombría.

Sus obras posteriores, Retrato del artista cachorro, Defunciones y nacimientos, y en especial sus Collected Poems: 1934-1952, que reunían la mayor parte de su poesía, no hicieron más que acrecentar su fama hasta el momento mismo de su muerte, en noviembre de 1953: una mezcla explosiva de alcohol, morfina y barbitúricos que truncó súbitamente su carrera.

Quizás la imagen más conocida de Dylan Thomas por aquellos días, los que precedieron a su muerte en Nueva York, sea la de un hombre colorado y rechoncho, con un vaso mediado de whisky en la mano, rodeado de las jóvenes admiradoras que se prendaban de él en sus lecturas.

Yo, en cambio, como supongo que otros muchos, prefiero imaginarle en su Gales natal escribiendo sobre el misterio y la santidad de la vida, la iluminación del hombre, ese salmo interior que, por gracia divina, tan cadenciosamente le fue dado entonar.

Una cuestión simple de fe.


Vicente Muñoz Álvarez

MICHAEL WINNER

sábado, 17 de noviembre de 2012

ZAPATOS, RUTAS Y RESACAS: Canciones de la gran deriva.


He leído con un interés creciente el poemario «Canciones de la gran deriva» de Vicente Muñoz, historias hiladas en sentimientos que nacen llanos y se entremezclan hasta conseguir emociones almizcladas, impresiones en la parte más gelatinosa de la memoria, a donde llegan como si, en ocasiones, fueran nuestras propias experiencias las que allí se narraran de forma tan poética, en jornadas interminablemente lentas, en rutas y caminos donde se vence a la realidad a través del sueño inquietante y el empeño, como si viviéramos un road-movie salpicado de sucia realidad y de tedio y de melancolía y de lucha, que se expande hasta el infinito incierto de esperanza en algo que aún no es dúctil pero que, sin embargo, ya se puede palpar. O al menos intuir su tacto.

La voz del poeta leonés traza vértigos a través de las páginas, como si cruzáramos a ciegas el Universo haciendo equilibrio en un alambre en llamas, bajo un fondo dudoso y precario donde se fabrica en el día a día la realidad. La crisis que crece en gráficos imposibles de mantener en una gráfica. Callejones, hogares y tormentas. Rutas de kilómetros, días sin huella, la soledad de los hoteles, tiendas de zapatos y un muestrario itinerante en la penumbra del maletero. El amor deshilvanado, el cansancio de los días, la deriva de los bares, la inercia que nos lleva a sujetarnos en el impulso de caída, los proyectos que golpean el ardor de la mente para mantener la mano firme para trazar la siguiente sílaba, que se hará palabra, que alumbrará la frase hasta llegar al verso. Literatura pura contenida en cada verso. En cada uno de los versos que nos llegan latiendo a nuestra mente, como imágenes escritas para proyectarse en nosotros como una reflexión abierta que nos guía al silencio, para saborear otra vez en el recuerdo los significados, los mensajes, la certeza de cada uno de sus disparos hechos grafía.

Vicente Muñoz sorprende. Y más sorprende saber que este libro es una re-edición tras trece años, en el que se incluyen algunos poemas inéditos, que enriquecen aún más la obra. Un poemario altamente recomendable, como lo son también sus otras obras publicadas, tanto poemas, como relatos, novela o ensayo, o su magnífico fanzine Vinalia Trippers, o el nunca suficientemente ponderado blog Hankover, imprescindible para cualquier amante del viejo Bukowski.

«Canciones de la gran deriva» es una ruta de sentimientos oblicuos a través de la realidad más descarnada, donde la lucha incesante siempre permite que no flaqueen las fuerzas para la siguiente batalla. O un barco que navega más allá de lo que el mar abarca, pero nunca a la deriva, sino hacia un puerto donde esperan los que aún guardan esperanzas.

Magnífica también la portada de Julia D. Vázquez y acertado prólogo de David González.



José G.Cordonié, del blog La Hermética Furibunda.

FIRE & ICE: Music Man.

jueves, 15 de noviembre de 2012

UNA NAVIDAD DE MUERTE


Otra de las antologías en las que participo, 
de la mano de la Editorial Origami, 
con un montón de buenos amigos:

Bienvenidos a Una navidad de muerte, un conjunto de relatos en los que lo sobrenatural se mezcla con lo cotidiano, y donde la vida y la muerte están separadas por una línea apenas imperceptible.

Hemos querido hacer un homenaje a estas entrañables fiestas preparando un libro especial, y para ello nos hemos rodeado de los mejores autores:

Norberto Luis Romero - Jesús Esnaola - Víctor Balcells Matas - José Ángel Barrueco - Ana F. Montes - Vicente Muñoz Álvarez - Jesús Martínez Balmaseda - Joaquín Piqueras - Sonia San Román - Patxi Irurzun - Miguel Á. Hernández-Navarro - Jorge Barco - José Manuel Vara - Juanjo Ramírez - Pepe Pereza - Celia Novis - Julio César Álvarez

Cover by Julia D.Velázquez

martes, 13 de noviembre de 2012

BACK HOME


noche cerrada en la tierra, noche oscura del alma en zamora, y es verdad, doy fe (aunque me quede ya poca), de que esta plaza no se hizo en una hora: cientos de kilómetros por estas carreteras solitarias intentando vender zapatos, peleando más que nunca a la contra, pero ahora sí, adiós a las noches fuera, lo que me queda lo haré ya desde mi casa, en mi cálido nido, y eso es motivo de celebración... se acaba la melancolía, el olor a comida en la ropa, las veladas dopadas de consolación, los jodidos menús baratos y las sábanas frías, estas habitaciones impersonales de hotel, los duplicados apresurados y las sobremesas en la furgoneta, el sentirme inútil y extraño, otra persona, y me llaman ya las setas (que estarán creciendo en el bosque), los dedos de los pies de mi chica buscándome en la oscuridad, el pelo suave de mi perra, la escritura redentora y todo mi ansiado mundo: paseos, tila y carretera (pero no ésta, buffff, qué tremenda soledad), mi hogar tranquilo y las visitas de trámite que me restan durante un par de semanas hasta apagar de una vez este incendio...

 mucho vino de toro 
esta noche

mucho aguante 
y paciencia estos días

 muchas horas vacías 
y esta celebración

 good bye 
babilonia

vuelve
la ensoñación


v

photo by Jul

va por ti
compañera

EL ZOMBI


La luna destella con un brillo enfermizo proyectando una luz que aunque ilumina no calienta, una luz para los muertos. El porteador y yo nos abrimos paso en la maleza a golpes de machete. En la selva acechan cientos de alimañas a la espera. El calor es asfixiante y húmedo, se condensa y nos engulle en un insoportable abrazo. El porteador no está tranquilo, le inquieta el insistente gemir de los tambores en la umbría. Prometo doblar su sueldo si cazamos al leopardo y accede tembloroso. Avanzamos por un cenagal que nos cubre hasta los tobillos las botas mientras los tambores acompasan el ritmo acelerado de nuestro corazón. El limo nos llega ya hasta la cintura y nos agobia y oprime. Súbitamente el porteador desaparece bajo el fango y se retuerce durante un instante en lo profundo. Y corro hacia la orilla sintiendo la viscosidad de algo que se enreda entre mis piernas, que emerge lentamente del pantano, un cuerpo deforme al que disparo varias veces con mi rifle. Pero aún así, cargado de balas, me atenaza con sus garras sumergiéndome en el barro que es su hogar, en el calor de esta ciénaga que será también mi hogar...


Vicente Muñoz Álvarez, de Marginales (Eje Ediciones, 2008).

Ilustraciones by Mik Baro.

lunes, 12 de noviembre de 2012

CANCIONES DE LA GRAN DERIVA según BONILLA.


me rezuma oxidada, por reconocible, una vieja melodía; y es un frío el que te azuza hasta el esternón, como el gancho de la lumbre vieja remueve los rescoldos del mismo infierno; es así la polifonía que el hoy músico y siempre poeta Vicente Muñoz Alvarez nos propone a través de los 58 poemas que conforman el conjunto del re-nuevo poemario "Canciones de la gran deriva" (Origami, 2012); como el elegir el viaje en un duermevela constante, con una música de fondo, su lectura; luego, te sangraran los oídos y sentirás tu lengua como apelmazada; es el ruido grave encasquillado en la profundidad del océano, como cuando acaricia su arena la pieza de hormigón encadenada al tobillo del guiñapo vencido, andrajo y rencor, víctima del crediticio sicario de pistola fácil, siempre despiadado; solo un desalmado corazón de piedra pudo tratarnos de títere y trapo. solo el poeta, desde la más cercana lejanía, tiene la capacidad de analizar el horizonte; solo sus poemas, como en un pasado hoy presente; solo es el invierno, el que se nos echa encima una vez más. brutal, tú.

Gsús Bonilla

G.I. GURDJIEFF

domingo, 11 de noviembre de 2012

SEXY BEAST


Sólo por la interpretación de Ben Kingsley, apabullante y tremenda, merece ya la pena videar esta película. Pero también por las del resto de actores (en especial Ray Winstone y Ian McShane), todas sólidas y convincentes, y la delirante historia que narra: un ajuste ultraviolento de cuentas entre mafiosos ingleses y actrices porno retiradas, y un aparatoso robo con un sorprendente final.

Sexy Beast (2001), de Jonathan Glazer, tiene todo eso y más (una estupenda banda sonora, por ejemplo, y un ritmo endiablado), aunque sin duda alguna lo más reseñable, por lo que nadie olvidará esta película, es el papel de Ben Kingsley, absolutamente absorbente y demoledor: él solo se come la cámara y al resto del plantel de actores con una intensidad que pone los pelos de punta y nos regala uno de los roles de malvado más impresionantes del cine moderno (no en vano estuvo nominado al Oscar como mejor actor secundario).

Y luego están esas pinceladas surrealistas (visiones premonitorias y bestias peludas), muy al estilo David Lynch, que le dan al filme un toque de gracia añadida.

Cine negro del bueno, desinhibido y fresco, sin desperdicio de principio a fin.

v

Trailer in You Tube:

viernes, 9 de noviembre de 2012

MELANCOLÍA



valladolid
hotel simancas
noche vacía

solo en la habitación
escuchando el eco monótono
de los coches en la autovía

las luces de la gasolinera
el rum rum del ordenador
las sábanas frías

tras una jornada
de lluvia intensa
y melancolía

solamente 
un consuelo

esta poesía


Vicente Muñoz Álvarez

VINALIA A LA CARTA


Con Xen Rabanal, 
degustando el Strüdel de manzana 
Vinalia Trippers, 
en El dinosaurio todavía estaba allí.

¡Para chuparse los dedos!

martes, 6 de noviembre de 2012

CANCIONES DE LA GRAN DERIVA según VELPISTER.



RAZÓN DE LA LUCHA


La cabeza rota
el corazón reseco
la salud quebrada


y aquí estoy:

domingo por la mañana
frente al ordenador
mientras mi compañera
duerme plácidamente
en el cuarto de al lado.

La contemplo en silencio
unos segundos:

su ilusión su fe en la vida
su confianza en mí.

Motivos suficientes
para seguir luchando.


(Inédito)


De Vicente Muñoz Alvarez, Canciones de la gran deriva, ed. Origami. Imágen de la portada (impresionante imágen de la portada) de Julia D. Velázquez.

Leerlo es... he estado buscando una palabra para hacerme entender y recordé a mi patética profesora de piano cuando se refería a las grandes obras de piano de la historia de la música y que nos hacía tocar penosamente: trascendental. Este es un poemario trascendente, no es la primera vez que leo un libro de Vicente que se merezca este calificativo, pero hablando de éste, aquí y ahora, su lectura te hace comprender que te encuentras ante versos de lectura transcendental. Publicado por primera vez hace trece años, se reedita con un puñado de inéditos como éste que se puede leer al principio. Ya ha sido repetido hasta la saciedad por otros que han hablado/escrito sobre este libro, pero es absolutamente actual, y no por lo que estamos pasando en estos años de crisis, es actual como lo ha de ser la buena literatura, la literatura, repito, trascendental. 

Cada uno de los poemas son de lucha, de búsqueda, de desaliento y entereza y de levantarse constantemente.

Cada uno de los poemas no son los de un hombre cuerdo.


CAE LA NIEVE Y LA LUNA BRILLA EN ALGÚN SITIO


Llevaba todo el día leyendo la biografía
de aquel santo escritor
para redactar luego un artículo, algo sencillo,
y lo hacía muy desesperadamente,
furioso e irritado,
mientras afuera nevaba y nevaba
y la gente se resbalaba sobre el hielo
manchándose las botas de barro.

Había recibido otra carta de una editorial
rechazando mi libro, una más,
y todo era realmente difícil, triste,
cuando de pronto el terror se me echó encima,
la casa, los muebles, las paredes,
la necesidad de pisar la nieve
y caminar cabizbajo hacia aquel bar,
una buhardilla donde solía dejar
las revistas que me publicaban
y donde aquella noche sucedió algo hermoso,
uno de mis textos subrayado,
lleno de anotaciones y flechas,
para sentir que alguien sin rostro me escuchaba,
que solo por eso merecía la pena estar vivo,
y bajar a la calle a derretir la nieve,
las aceras blancas, la inmensa luna, aquella paz,
y la certeza de haber vuelto a cruzar
la línea sombría de mi desesperación.



SLOW DEATH: Flamin Groovies.

domingo, 4 de noviembre de 2012

LA LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR


Recordaba esta película (que videé en su estreno, hace mas de veinte años) con un cariño especial, por la fascinante historia que narra, el papelón de Rutger Hauer y, sobre todo, por descubrirme en su día al maestro Joseph Roth, que me ha regalado desde entonces muchas buenas lecturas. 

Basada en una novela corta del escritor austriaco, La leyenda del santo bebedor (1988), de Ermanno Olmi, es una fábula entrañable sobre los clochards, los alcohólicos y los vagabundos de París, esos perros de la lluvia que sueñan bajo los puentes del Sena (y demás ríos y callejones del mundo) y que se han convertido por méritos propios en parte del imaginario poético de la ciudad.

La música de Stravinsky, la nostalgia que evocan sus secuencias e imágenes (de un realismo mágico cautivador), la agridulce melancolía que nos contagia y, muy en especial, el papel increíble de Rutger Hauer (alejado por completo de sus roles habituales de duro y villano), convierten esta película  en una metáfora luminosa (aunque triste) de nuestro paso fugaz por la vida y un elegante homenaje a los outsiders y los inadaptados.

Ideal para videar junto a la estufa algún atardecer ventoso de otoño, mientras la lluvia amarilla cubre la tierra, y otra de mis recomendaciones 5 estrellas 5.

v

Trailer in You Tube:

viernes, 2 de noviembre de 2012

OTREDAD


retomo como puedo el aliento estos días, puente de todos los santos, tras el estrés de las semanas pasadas en ruta: atrás van quedando ciudades y pueblos, clientes y tiendas, babilonia en ruinas y la desolación de un mundo que se resquebraja y se nos desmorona en los pies. las noches solitarias de hotel, las horas vacías, los sueños rotos, los menús baratos, el tráfico y los aparcamientos, los brazos doloridos, el agotamiento, los clientes frustrados, los impagos, las escasas ventas, el no llegar a fin de mes... todo ello va pasando factura y erosionando mi aguante, aunque lo peor sin duda es la otredad, la despersonalización y el extrañamiento, el no identificarme bajo el disfraz de hombre cuerdo, la desconexión de mi mundo interior y la pérdida de perspectiva... 

yo es otro

pienso

pero ese otro

tampoco soy yo


v

jueves, 1 de noviembre de 2012

AGUSTÍN GARCÍA CALVO

VINALIA TRIPPERS en FILANDÓN


Las costuras de las letras leonesas

Las revistas culturales han cumplido, y lo siguen haciendo, una función clave en la exploración literaria

Emilio Gancedo, Filandón: Diario de León.

La historia se repite. Un grupo de enamorados de las letras, una serie de activistas de la prosa y el verso cuya avidez por explorar horizontes creativos no queda satisfecha ni por lecturas ni por escrituras que se alargan hasta la mitad de la noche, se reúnen para alumbrar un proyecto colectivo, gavilla de sueños y afanes cosida a mano, tirada con ciclostil o impresa a ritmo de fotocopiadora. Son las revistas literarias leonesas, verdaderos motores de la creatividad local, cuyos números contribuyeron a dar decisivos pasos adelante en la literatura en español, amén de servir como campo de batalla y rodaje para numerosos autores. Esto es particularmente cierto en las dos más conocidas e influyentes, Espadaña (1944-1950) y Claraboya (1963-1968), pero a su estela han visto la luz, ya en nuestros días, publicaciones y fanzines que se afanan, desde ópticas modernas, por difundir y fomentar la narración y la poesía, haciendo bueno el tópico de León como tierra fértil para la floración literaria.

Echar un vistazo a estos medios no siempre visibles ni valorados adquiere hoy todavía más sentido dada la reciente desaparición de quien formara parte del equipo fundador de Claraboya junto a José Antonio Llamas, Luis Mateo Díez y Ángel Fierro: el poeta Agustín Delgado, a quien hay que recordar —amén de por muchas otras cosas— por esa decidida labor impulsora, de hecho fue el verdadero ‘cerebro’ del equipo, creador del armazón intelectual del proyecto.

La primera de estas revistas clave del siglo XX fue Espadaña, alumbrada por Antonio González de Lama, Eugenio García de Nora y Victoriano Crémer en la siempre resistente y progresista Biblioteca Azcárate. El catedrático de Literatura de la Universidad de León y colaborador de este periódico José Enrique Martínez recuerda el «difícil momento histórico en que nació» —los duros años cuarenta de la posguerra—, coyuntura adversa en la que tuvo la audacia de «tender puentes a exiliados como Luis Cernuda o Pedro Salinas», dejando espacio incluso para «los muertos de la guerra, al publicar poemas de Federico García Lorca y Miguel Hernández, y a los poetas de alguna forma emparentados con ellos como Vallejo y Neruda». Además, resume el valor de la revista afirmando que «se abrió a la poesía europea de la época» y que «dio cabida a todas las generaciones españolas vivas, incluyendo la más joven», iniciando «una tendencia rehumanizadora del verso de la época para dejarlo a la entrada misma de la ‘poesía social’ o comprometida».

Claraboya nació diez años después, en 1963. «Las circunstancias eran ya muy otras —explica Martínez—. Y vista desde hoy podemos decir que hay que poner entre sus méritos la ruptura consciente con la poesía precedente, de carácter social-intimista, su afán renovador desde una ideología más lúcida, la apertura hacia la poesía extranjera de Hikmet, Brecht, etc., y hacia la poesía hispanoamericana y los poetas del 27, Cernuda sobre todo».

Pero, ¿y hoy? ¿Cuáles son los herederos de estos dos venerables vehículos de expresión cultural? Las ‘agitadoras’ actuales siguen fieles a la defensa de la libertad de expresión y al compromiso con la creación, pero difieren en cuanto a denominación, diseño, maquetación, ilustraciones... siempre en una línea muy contemporánea. Así, tenemos The Children’s Book of American Birds, la revista anual creada por el Club Cultural Leteo. Su presidente, Rafael Saravia, recuerda que la idea surgió a finales del 2004, poco después del otorgar el Premio Leteo a Fernando Arrabal. Al año siguiente salía el primer número. «El objetivo —cuenta— era dar cabida a una muestra mucho mayor de las literaturas que por uno u otro motivo no podíamos dar salida en nuestras colecciones de libros. Además, siempre fuimos sensibles a la importancia que han tenido las revistas literarias para descubrir voces y mostrar textos que de otra manera se perderían». «Para nosotros fue una manera de convocar a escritores e ilustradores de todo el panorama nacional en una muy cuidada publicación. De hecho, han participado en ella cerca de 500 autores, entre narradores, poetas e ilustradores», continúa Saravia.

El poeta leonés confiesa, eso sí, que la mayor dificultad «es la económica». «Apostamos por una revista-libro cosida, con lomo y a todo color para dar igual importancia a escritores que a ilustradores. También es complicada la coordinación a la hora de gestionar más de cuarenta colaboradores en cada número... son meses de trabajo». Además, señala que las anécdotas ocurren en cada número: «Hemos vivido las excentricidades exquisitas de Arrabal, la pulcritud de las mil y una correcciones de Gamoneda... pero también obtenido fieles seguidores bibliófilos que nos solicitan cada número nuevo que sale, como Luis Alberto de Cuenca. Compensa el trabajo recibir cientos de felicitaciones por un producto único en diseño y calidad. Eso no se paga con dinero... y todo aquello que el dinero no puede comprar nos interesa».

En cuanto al curioso nombre de la revista, Saravia destaca que vino «de la mano del hombre que dio formato a la revista, el diseñador Javier Arce, compañero del Club Leteo. Ese Libro infantil de los pájaros americanos existió de verdad en EEUU: era un libro con el que los niños de los años 50 aprendían a escribir redactando nombres de pájaros, un poco del estilo de nuestros cuadernos Rubio. Nos gustó la idea de ‘no dejar de aprender a escribir nunca’... además, este catálogo que hemos generado de rara avis nos seduce y nos enorgullece del todo».

‘Azul eléctrico’ y ‘Vinalia’

Otra de las revistas imprescindibles de León fue Azul Eléctrico-cultura subterránea, que nació en la primavera del 2005 (el último número aparecería en octubre de 2010) bajo el impulso de Julio César Álvarez (edición y dirección) y Diego Chamorro (diseño). Ambos dieron forma «a una revista puramente underground y visualmente profesional, una especie de híbrido entre fanzine y revista de alta calidad. En total creamos trece números con una amplia tirada, cartelería, fiestas con directos de grupos nacionales e internacionales, dj’s...», cuenta Álvarez. En Azul eléctrico se tocaron «temas muy abiertos y globales, serios y complejos, como la violencia, el malditismo o el futuro. Contenía cuatro grandes secciones: pensamiento, música, cine y literatura; y en ella colaboraron más de 40 personas, incluyendo gran parte de las firmas jóvenes locales más destacadas. Nuestra idea fue siempre que resultara gratuita para el lector y nunca modificamos eso. Y la decisión de crearla, la verdad, fue sobre todo visceral e impulsiva (si nos hubiéramos parado mucho a pensarlo probablemente no se hubiera hecho nunca). Tenía tanta pasión entre sus páginas que gustó a todo el mundo». La experiencia resultó tan intensa que incluso llevó a Álvarez, autor de la novela Eutelequia, «a redactar un estudio para el CSIC sobre la evolución de estas publicaciones en España».

Tampoco puede olvidarse otro clásico de este particular ‘kiosco’: Vinalia Trippers, nacido en 1996. Su fundador, Vicente Muñoz, recuerda que la idea original «fue la de editar un fanzine de relatos donde se diera cabida a cierto tipo de textos, cuentos breves en su mayoría, que por su incorrección política no solían encontrar hueco en otras revistas y suplementos de la época, pese a su indiscutible calidad». Hasta el 2002 editaron nueve números, otros tantos del suplemento Poemash y cinco libros de bolsillo, también organizaron dos encuentros de editores independientes y muchos otros eventos. Pero «igual que el vídeo mató a la estrella de la radio, Internet hirió de muerte a la estrella del zine», explica Muñoz. No obstante, tras un período «de hibernación», en 2007 editaron la antología de relato breve Tripulantes: Nuevas aventuras de Vinalia Trippers y en 2010 y 2011, Plan 9 del espacio exterior, dedicado a la ficción pulp, y Trippers from the Crypt, un homenaje a la mítica revista Tales from the Crypt.

Unos resisten, otros caen... ¿pero cómo les afectan los blogs y webs, la gran revolución de Internet? Todos estos jóvenes editores secundan las palabras de Vicente Muñoz: «Aun siendo un buen complemento y extensión para las revistas impresas, jamás serán un sustituto: el papel, sobre todo para fanzines y publicaciones como éstas, sigue teniendo... un innegable encanto».