domingo, 25 de noviembre de 2012

LILYA FOREVER


Crudísimo, descarnado y real como la vida perra, Lilya forever (2002), de Lukas Moodysson, es un descenso al infierno de la prostitución y un alegato nada complaciente contra la  explotación sexual y la violencia de género, que por su objetividad, acongoja y pone los pelos de punta.

De cómo una adolescente es arrastrada mediante subterfugios a la mala vida, de las miserias de la prostitución y el maltrato, del extrañamiento y la soledad en las grandes urbes, de la pérdida de la inocencia y del chantaje emocional y el frío nos habla esta impactante película, áspera y dura como el cemento armado (aunque a la vez tierna y emotiva), que se clava como un dardo envenenado en el corazón y es de las que nunca se olvidan.

Impresionante la actuación de los dos jóvenes protagonistas, la fotografía gélida y desangelada (acorde con el entorno y situación que retrata) y la puesta en escena y guion del propio Moodysson, que se marca sin sensacionalismos un peliculón sobrio y rotundo, puro cine de autor moderno, corrosivo e imprescindible en cualquier videoteca.

9 sobre 10.

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