los malos tragos, los desengaños, los sueños rotos, las frustraciones y las malas experiencias, frente a la amistad verdadera y los compañeros de ruta y poder... esas maravillosas personas, salvavidas en las tormentas, islas de luz, que llenan de buenos latidos mi vida desde que mi mundo es mundo y que milagrosamente, dado mi carácter quimérico e inestable, siguen ahí, siempre están ahí, junto a esas otras también que por algún sortilegio que no comprendo del todo aún el destino va situando progresivamente y a medida que pasan los años en mi camino... como un contraste imposible de pesos y balanzas engarzadas por extrañas poleas, mi vida y mi experiencia, pero esas personas, faros en las tinieblas, siguen ahí, y aparecen como por arte de magia otras nuevas, y eso justifica y dulcifica, y mucho, el rigor del camino...
Vicente Muñoz Álvarez
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