lunes, 13 de enero de 2014

PLATILLO VOLADOR (Piloto solitario)


de entre todos los juguetes que tuve de niño, hubo uno que recuerdo con un cariño especial: el platillo volador... lo vendían mis padres en la tienda (de la que, por supuesto, hablaré también otro día), un aparato sencillo y rudimentario pero con el que me teletransportaba como por arte magia a una realidad paralela... un platillo volador con una pequeña cabina y dentro de ella un melancólico y solitario astronauta a los mandos, que se enroscaba con un muelle a una especie de manguito disparador y que salía propulsado como una centella hacia el cielo, para después, cobrada cierta (considerable) altura, descender en sinuosos movimientos espirales hacia el suelo... cuántas veces lo lancé de niño al vacío y seguí en el aire su trayectoria, a cuántos universos desconocidos me teletransportó (porque parte del juego consistía en imaginar que yo era aquel piloto solitario que se dirigía melancólico hacia las estrellas) y cuántas veces lo observé ensimismado descender hacia mis manos de nuevo... ni madelmanes ni geipermanes ni indios ni vaqueros ni monopoli ni mecano ni magia borras ni quimicefa: aquellos primitivos platillos voladores que surcaban a mi antojo el cielo, tercer ojo en mi frente de mi niño, puerta onírica a una dimensión paralela... allí sentado, en la cabina del platillo, estaba yo cada vez que lo propulsaba, concentrado en el vuelo, recorriendo tierras inhóspitas y galaxias lejanas, tomando nota de todo lo que veía (tal vez para escribir ahora esto), contemplando adusto el universo en misiones cósmicas indescifrables y desarrollando mi tendencia innata a la ensoñación... oh, aquellos increíbles platillos voladores que ahora se han convertido en palabras y letras y con los que sigo, a mi manera (¿de adulto?), evadiéndome de la realidad...

todo está en la infancia

me digo

recupérala


Vicente Muñoz Álvarez

2 comentarios:

  1. Me recuerda al juguetito ese que venden los chinos de noche, por las calles, ese que lo lanzas y baja dando vueltas con un montón de luces que hipnotiza a los borrachos.

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  2. buena apreciación:

    los ven a menudo lo que los sobrios no ven...

    v

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