hay una cima mítica y muy alta dentro de ti, que son los 50, desde la que se supone que todo debe de ser serenidad y armonía, un paisaje acogedor y despejado y tranquilo, pero lo que en realidad se siente al coronarla es vértigo, un horizonte encapotado y sobrecogedor y helado, que no os vengan con cuentos... otra cosa es qué sentido del equilibrio tengas tú en concreto, cómo se sujeten tus pies en la tierra y qué remedios hayas aprendido durante el ascenso para soportar el mal de altura... como dice un viejo proverbio zen: cuando llegues a la cima de la montaña, sigue subiendo...
Vicente Muñoz Álvarez
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