a un paso ya de los 50, fecha roja en el calendario, y toda esta avalancha de recuerdos y sensaciones tan difícil de conciliar... ha habido mucho y bueno, sin duda, lo que se dice una vida intensa y plena, tantas cosas y experiencias que quedan atrás, amor verdadero, grandes gestas y gestos y viajes internos y externos, y ha habido, también, algo que hasta hoy me ha salvado de la autodestrucción y el caos, la literatura... por y para ella mi vida, o al menos gran parte, y en muy diferentes facetas: la de lector, la magia de los pensamientos y los grandes maestros, la de escritor, mi catarsis y forma de estar en la tierra, y la de editor, el placer de haber sido durante dos largas décadas testigo privilegiado de una generación de poetas con los que comparto ideario y metas... pero es todo tan confuso y aleatorio a la vez, los adioses y las despedidas, las ilusiones perdidas, las estaciones que vienen y van y los remolinos de polvo y viento, que aún a estas a alturas no tengo ni la más remota idea de cómo interpretar este juego... ha habido mucho y bueno, sin duda, y también amargos tragos, decepciones, fracasos y desengaños, y todo es una amalgama desconcertante de sensaciones, como un torbellino dentro de mí, y supongo que exactamente en eso consiste el viaje, yin y yang, pero no me acostumbro a este juego... sé muy bien cuál es el camino, qué la iluminación y cómo se puede alcanzar, no dilucidar ni pensar, no mirar ni adelante ni atrás, simplemente estar, y en ello persevero, pero a la fugacidad de la vida y a los estragos del tiempo, lo reconozco, no me acabo de acostumbrar...
Vicente Muñoz Álvarez
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