Estremecedora fábula sobre el desdoblamiento de personalidad y la culpa, sobre el extrañamiento y la pérdida de identidad, Huellas de pisadas en la luna (Le orme, 1975), de Luigi Bazzoni, es uno de los filmes de suspense italianos más inquietantes de los años 70, por encima de muchos otros clásicos del género, que se desmarca de los tópicos habituales del giallo (asesinos misóginos, guantes negros, pistas falsas, crímenes truculentos, etc) creando una atmósfera amenazante y malsana que consigue, sin estridencias ni sensacionalismos, poner los pelos de punta.
Adaptando a la pantalla grande una novela de Mario Fanelli, Bazzoni construye pincelada pincelada, con un ritmo deliberadamente lento, este laberinto de claves e indicios que conducen al minotauro que habita en nosotros mismos.
Esta es, sin duda, la baza clave de la película: la incertidumbre y la ambigüedad, el no saber realmente lo que está sucediendo ni hacia dónde nos dirigimos, su aura de pesadilla y realidad paralela y la sensación de otredad que transmite al espectador. A todo lo cual contribuyen en gran medida esas misteriosas secuencias del abandono de un astronauta en la luna con las que sueña la protagonista (impresionante Florinda Bolkan) y la ominosa presencia de Klaus Kinski (a modo de Gran Hermano) controlando los hilos de su destino.
Ecos de Roman Polanski (en especial de El quimérico inquilino) y de Phillip K.Dick (Ubik), una magnífica fotografía, una estética decadente y crepuscular y un desenlace desconcertante hacen de esta poco conocida película una joya para engarzar.
Vicente Muñoz Álvarez, de Cult Movies: Películas para la penumbra (Excodra Editorial, 2015).
Le orme in You Tube
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