Sórdida, claustrofóbica y asfixiante, esta joya del cine australiano (perdida durante décadas y recientemente recuperada y reestrenada) es, nunca mejor dicho, un descenso brutal a los infiernos de la mente y el alma y una de las películas más estremecedoras e impactantes que he videado en los últimos tiempos.
El inmenso y polvoriento desierto australiano, el alcoholismo como pocas veces se ha retratado en la historia del cine, la hipocresía y decadencia moral de Bundanyabba, la misoginia latente, la tórrida fotografía, las actuaciones enloquecidas de los protagonistas (en especial la de Donald Pleasence, tocado por la mugre y la gracia), la espeluznante cacería de canguros (una de las secuencias más angustiosas que recuerdo haber visto en pantalla), el ritmo desquiciante y pausado, el absurdo y la furia, el sudor y la caspa, todo contribuye en Wake in Fright (en español Despertar en el infierno, 1971), de Ted Kotcheff, a crear una atmósfera enrarecida y un aura de tragedia inminente que desasosiega más que el de cualquier película de terror al uso y descoloca por completo las vísceras.
Adaptación a la pantalla grande de la novela (también magnífica) Pánico al amanecer, de Kenneth Cook, Despertar en el infierno impresiona por su poderío visual y emotivo y su descarnada puesta en escena, y es una de esas películas, os aseguro, que para bien o para mal nunca se olvidan.
De culto por méritos propios e imprescindible en cualquier videoteca.
Vicente Muñoz Álvarez, de Cult Movies: Películas para la penumbra (Exodra Editorial, 2015).
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