martes, 21 de mayo de 2013

MARGINALES en PUNTO DE LIBRO


Marginales

Vicente Muñoz Álvarez (textos)
Mik Baro (ilustraciones)

Excodra Editorial

La obra de Vicente Muñoz Álvarez ha pasado varias veces por nuestras páginas, y en esta ocasión vuelve a hacerlo con este libro de relatos, Marginales, que tras una azarosa vida en que sufrió transformaciones y reescrituras, fue publicado en 2008. Ahora, la editorial Excodra acaba de lanzar la edición electrónica, lo que supone una magnífica -y muy económica- ocasión para revisitar a este siempre interesante y original autor.

Marginales contiene medio centenar de relatos agrupados en cuatro capítulos, historias concisas y certeramente incisivas, estructuradas de manera que cada una de ellas sacuda al lector, le deje sin aliento o, como en la mejor narrativa de Poe, consiga que el corazón se salte un latido. Porque el elemento común de todos los relatos que forman esta obra es el horror -algo sutilmente distinto al terror-, un horror que surge de enfrentar al lector con los seres, fuerzas e instintos que pueblan ese lado oscuro de la existencia o que -según lo que prefiera cada lector- se sitúan más allá de la existencia misma.

La primera parte, Visionarios y malditos, entra en ese mundo de lo horrendo, de lo macabro, con relatos como El donante, con la muerte como protagonista, o El necrófilo, donde ésta comparte cabeza de cartel con el amor, en una combinación que no deja indiferente al lector. Desde estos primeros relatos se hace evidente que Vicente Muñoz Álvarez no tiene miedo a tocar ningún tema, y que su narración no se ciñe a las mordazas de lo políticamente correcto. Quizá lo más perturbador es la belleza estética que se percibe en prácticamente todos los relatos, que parece contradecir el contenido macabro de muchos de ellos. Cuesta en ocasiones admitir que un texto como El psicópata, cuyo título ya permite adivinar su sangriento contenido, pueda considerarse sin miedo a exagerar como un poema visual.

No solo encontramos muerte y horror en estos relatos. Marginales es, esencialmente, un libro con vocación fantástica, donde también son protagonistas la magia, las leyendas y los mitos. Esto queda apuntado en algunos de los relatos de esta primera parte, como El extraño o El extranjero, pero se hace más evidente en la segunda parte, Elementales, donde el autor realiza un exhaustivo recorrido por el mundo de los seres mitológicos, como si de una visita a un fantástico zoológico se tratase. Aquí encontramos faunos que nos recuerdan las dos caras de la Naturaleza, la amable y la ominosa; nereidas que roban a los hombres aquello que les es más querido, su descendencia, mientras que los silfos toman parte activa en la misma; ninfas y sirenas que seducen al hombre con razones mucho más poderosas que un simple canto; elfos que invaden los sueños; presencias que siempre generan angustia, dolor y, al fin, locura.

En la tercera parte, Místicos y profetas, aparecen nuevos protagonistas, la espiritualidad y el ascetismo, pero en ella sigue presente un aura de oscuridad, dolor y sufrimiento. Al final de muchos de estos relatos surge la muerte como destino inevitable. Pero parece como si ni la misma muerte fuera suficiente para calmar la necesidad mística de ciertas almas, como se ve en El penitente. En relatos como este o como El mártir se evidencia la dualidad, casi inseparable, entre misticismo y búsqueda del dolor físico. Pero en estos relatos también se describe el misticismo como una auténtica droga, como una manera de escapar a la realidad mundana, al hastío que produce la vida cotidiana.

Finalmente, en Monstruos y prodigios seres antinaturales y aberrantes entran en escena, ofreciendo nuevos modos de horror, de obscenidad, de repulsión. O abriéndonos puertas a realidades de las que no queremos ser conscientes. Pero no solo aparecen aquí monstruos fantásticos, de los que conforman el imaginario popular basado en leyendas y mitos. También los monstruos humanos hacen su aparición, revelando una monstruosidad aún más deleznable. En algunos relatos de esta última parte, la crudeza se hace, si cabe, más patente. La parte más desagradable de la realidad se nos muestra, como en El leproso. Pero, a la vez, son relatos donde la mentira y la venganza se combinan para ofrecer cierta suerte de justicia poética, como sucede en La bruja.

Como en otras obras suyas -véase Los que vienen detrás en el nº 7 de Punto de libro-, Vicente Muñoz Álvarez nos presenta historias que inevitablemente sacuden y, en ocasiones, pueden incomodar al enfrentarnos a nuestros propios fantasmas. Pero junto a las perturbadoras temáticas de estos relatos, el lector va a encontrar una riqueza léxica que le permitirá gozar -casi escandalosamente- de unos textos cuyo contenido parecería contradecir cualquier placer lector. Pero la estética de la narración y las acertadas descripciones que ambientan perfectamente cada relato obran el milagro de extraer belleza de las narraciones más dramáticas y terroríficas.

Y no podemos olvidar, al hablar de la estética de Marginales, las ilustraciones que acompañan a cada uno de los relatos. Porque esta es una obra magníficamente ilustrada por Mik Baro, un dibujante que se mueve en todo tipo de artes audiovisuales, desde el cómic hasta el vídeo. Sus ilustraciones, como los relatos a los que acompañan, se valen de su sobriedad y aparente simplicidad para asestar certeros aguijonazos en la imaginación del lector. Dos aspectos dan una gran coherencia al conjunto de estos dibujos: un uso austero y muy efectista del color, y un regusto a cómic que se acerca más a la estética del storyboard que al de la obra terminada. Y es que la fuerza perturbadora de las ilustraciones radica en la habilidad con la que Mik Baro aúna lo figurativo y lo alegórico, lo que obliga al lector a interpretar el dibujo a la luz del texto y, en último término, de su imaginación. Imaginación que entonces se nos presenta capaz de adentrarse en áreas de penumbra en las que, quizá, no osamos reconocernos.

Marginales no es un libro para sensibilidades pusilánimes, pero es, precisamente por ello, una muy recomendable lectura. Se trata de una obra que gustará a cualquier lector que espere de un libro algo más que una experiencia pasajera. Para quienes disfruten leyendo a Poe o a Lovecraft será una delicia, pero enganchará a cualquier lector que busque, al terminar de leer un libro, sentirse diferente en algún aspecto a como se sentía al comenzarlo.

Publicado en el nº 29 de Punto de libro


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