toda la mañana en los archivos del Instituto Leonés de Cultura con Roberto, el bibliotecario, indagando sobre la Casona del Cine Mari, de ella os hablé hace días en otra regresión temporal, y sobre ella, tras los datos que he encontrado, vuelvo de nuevo... puede uno aún ser un niño pero hay cosas que nunca se olvidan, ni mi padre ni mi madre ni mi cuñado ni mi hermana sabían nada del tema, cuando les dije que creía recordar que aquella mansión se llamaba Villa Asunción pusieron cara de asombro, mi fuente principal descartada, aunque mi padre, con su pila de sabiduría y años a cuestas, me dijo: investiga en el I.L.C., allí te podrás informar... conozco a Roberto desde hace ya tiempo y es, lo he pensado mil veces, el bibliotecario perfecto, apasionado e ideal para el cargo que ocupa, de modo que, me dije, voy a ir a verle, a ver qué me pude contar... y allí estábamos los dos esta mañana, tórrido verano leonés, buscando documentación sobre ese chalet de mis obsesiones y fantasmas y miedos, la Casona del Cine Mari, también llamada Casa de Aguas (supe), sobre la que nadie parecía ya recordar nada al respecto... ambos, como en las películas de intriga y horror que tanto me gustan (por ejemplo: Al final de la escalera, perfecta para ilustrar la ocasión), consultando la hemeroteca del lugar, periódicos archivados desde hace décadas, jugando a ser detectives, para luego recluirme con varios libros de consulta en la biblioteca... la Casona del Cine Mari fue un hospital para tuberculosos en el León de los años 20, claro, algo así tenía que ser, ya todas mis sospechas corroboradas, no me equivocaba, la cena estaba servida, mi caótica memoria estaba en lo cierto, el caserón se llamaba Villa Asunción, de estilo neo mudéjar, curso de aguas subterráneo incluido, construido a finales del XIX, derribado en 1977 (yo tenía once años entonces: imagíname allí, frente a aquellos lúgubres muros), vi algunas otras fotos del edificio esta mañana, la torre, las verjas del jardín, las siniestras ventanas... se puso en venta hacia el año 30 y nada más se supo de él hasta su derribo, otra de las mansiones oníricas de esta ciudad que desaparecieron con el ensanche... cómo puedo conservar tan intactas aquellas imágenes, me pregunto, qué tipo de filtro utiliza nuestra memoria, más y más datos para este catálogo de ensoñación... y un comentario de Roberto que me impactó:
yo: todo son regresiones últimamente, estoy pensando en escribir sobre ello un libro, estos recuerdos de infancia, mi León mágico y quimérico y crepuscular, nada que ver con el leonesismo ni las guías de viajes, como una especie de mapa interior, yo mismo por dentro y mis visiones de niño y recuerdos...
él: cuántos años tienes ahora...
yo: cuarenta y siete...
él: estás en la edad...
y sí, pensé, eso parece, debo de estar en la edad... qué me pasa que últimamente me devoran así los recuerdos, a dónde quiero llegar, crezco y evoluciono y maduro, me hago mayor, dónde quedó todo aquello y qué merodeadores y fantasmas son estos... seguiremos informando...
Vicente Muñoz Álvarez
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