Occidente se hunde, Babilonia naufraga, el mundo se pudre... vuelvo de Valladolid de una pieza, sí, prueba superada, pero canas en el pelo y arrugas nuevas en la frente que me traigo de más... y del resto de la ruta también, observando desde la furgoneta a la gente pasar, mi safari literario personal, los que buscan en los contenedores, cada vez más, los que duermen en los cajeros de los bancos, cada vez más, y los desnortados y desheredados, cada vez más... y a su lado los perros del amo, corbatas rojas y amarillas, trajes almidonados y consignas de la España profunda... ay, ay, qué mundo cruel y podrido, el nuestro, cómo pesan las maletas, qué complicadas las ventas, los pasos perdidos, las marionetas, cuánto sufre la peña y cómo nos desgasta el latrocinio... España se pudre, se hunde Babilonia, y yo con las maletas de calzado a cuestas en medio de la tormenta soy de ello testigo, desde el ojo de buey de mi furgoneta contemplo el naufragio, me deshincho, me deprimo, me agoto y regreso por las noches atacado y aprensivo al hotel, y aún así están los buenos latidos, conjuros de poder, la gente que vela por mí, en medio de la debacle, mensajes en botellas rotas, los salvavidas, los gestos... y los suspiros...
Vicente Muñoz Álvarez
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