benditos años 70 y 80 en los que me crié, quiero quitármelos de la cabeza a veces, para descongestionarme un poco y no ser cómplice y esclavo del pasado siempre, para vivir sólo el presente, pero a todas horas vuelven a mí, lisérgicos y cañeros, salvajes y abrumadores, magnéticos y reveladores, como si todo hubiera sido y terminado en parte ahí, lo demás ya adulterado, la decadencia de occidente, el final de un sueño, lo cierto es que vuelvo siempre ahí, para escribir o ensoñar o recordar me voy por inercia allí, a los años 70 y 80, los giallos y la psicodelia, el cine de autor, la canción protesta, los rockers y los heavys y punkis y mods, el fin de la dictadura y la transición, los Cardíacos y los Ramones, los Purple y los Fuzztones, las Lambrettas y Vespas, los P.P. Agustinos (vade retro) y Casa Blas, el Garabatos y el Toisón, la Cantina y el Oasis y el Emiliano, Veredicto Final, H.P.Lovecraft y Allan Poe, el horror cósmico y los Mitos de Cthulhu, el decadentismo y el simbolismo, los boogies de colores, mis primeros poemas, Bilbao y Arrebato y Pepi, Luci y Bom, las salas de juego de mi ciudad, mi peña de antaño, la Venatoria y la Pícara y la Circular, Miguel Ángel Martín y el Víbora y Makoki, el París y el 44, la Mandrágora y la Tropicana, alrededor de todo ello merodeo aún, nuevo milenio en la Tierra, regresión tras regresión, consciente de que todo viene de ahí, estas palabras, carne para la máquina de la nostalgia, arden los corazones...
Vicente Muñoz Álvarez
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