"De manera que no me engañaré, ni os engañaré, valga mi prólogo como homenaje a un tío que se está dejando los huevos en la literatura de este país, desde hace casi dos décadas; embebido por los sumideros, reptando bajo cañerías, para desembocar en las depuradoras que nos devuelven las aguas puras de la literatura transparente. Un autor al que le importan un carajo los réditos, los créditos y esas mierdas que tanto gustan a ciertos escribidores de oficios, espumarajos y vaselinas. Alguien a quien respetar." Del prólogo de Gsús Bonilla
Y yo doy fe de ello. Empecemos, pues:
AVISO A LOS NAVEGANTES
esta es mi nave
mi penumbra
a ella te invito
vísceras
poesía
y vida
te ofrezco
deja fuera
tus dudas
y tus complejos
lo que te venden
por la televisión
y piensa
en qué te identificas
conmigo
el cielo
y el infierno
están
dentro de ti
es el mensaje
si lo entiendes
eres mi amigo
si no
cierra la puerta
al salir
no eres
bien recibido
La única apuesta ganadora es la que se hace con uno mismo, pese a todos... pese a ti mismo... porque ha de ser a todo o nada, no existen las medias tintas ni las ambigüedades. Como nos dice el autor: una apuesta suicida... en su caso por la literatura. Y así, con las cosas claras desde un principio, entramos en el gabinete del autor, allí donde ejerce el arte de la ensoñación. Su auténtico lugar de trabajo. Donde se gesta una obra que es una vida. Y se resuelve la aporía planteada por Huysmans en su novela: A contrapelo - siempre me gustó más esta traducción de À rebours, que la que parece ser la más adecuada: Al revés -, y el autor sueña la realidad, la suya, la que se puede transpolar a la de todos, pues nos disecciona, a través de él, las luces y las sombras de una sociedad cuya única función parece ser la de confundirnos, como el calambrazo que mata antes del despiece, o no.
Es este un libro que deberían leer todos los buscadores de atajos, los que se vienen arriba después de hurgar en los bajos y babear sobre coños y pollas... pues es un libro que nos habla de toda una vida de luchador infatigable en pos de la literatura, con todos los sinsabores y las pocas alegrías de quien dedica todo su tiempo mental al Arte... no así el físico, pues si hablamos de esa ficción a la que llamamos tiempo, esa ficción le constriñe a un mundo de disfraces durante unos meses al año: de hombre cuerdo, de viajante, pujando con las maletas de muestras de calzado, dando la cara ante las desgracias de los tiempos que nos imponen, las que ve y le cuentan sus clientes, con cierres continuos de comercios, con esa sensación de pérdida que nos atenaza, que es la realidad de la calle que le saca de su verdadero mundo y le vapulea, como estiércol necesario para que algo fructifique, algo... en otro lugar.
ARDEN LAS PÉRDIDAS
qué nos queda
llegados
a este punto
más que la revolución
qué nos falta
para que la chispa
de la frustración
lo incendie todo
el suicidio
la servidumbre
el hambre
el miedo
hiela
en España
arden
las pérdidas
te abrase
o no
quema
este frío
Y ese otro único lugar donde recoge los frutos y por el que canta y suspira en la carretera, de pueblo en pueblo, en las habitaciones de los hoteles impersonales, esperando a que los clientes levanten las trapas, no es otro que su casa, su gabinete, su pequeño jardín en la terraza, la suavidad de la piel de su chica, sus largos paseos por el bosque con su perra, pergeñando poemas entre jaras, en pos del milagro de las setas. Sólo ahí consigue el autor un mínimo de espacio vital para seguir con la búsqueda literaria, en la que olfateamos rastros de una conciencia extirpada, donde sentimos ese vacío occidental de no ser aún desnudos de máscaras. Pues occidente nunca nos enseñó a ser no siendo... y crecer.
REFLEJOS
ese hombre
que se ve en el espejo
se siente un extraño
se angustia deprime
se psicoanaliza
ese hombre
que cambia de imagen
se disfraza desnuda
se cae se levanta
tropieza
ese hombre
que va a la deriva
describe el naufragio
la tempestad la tormenta
las ruinas
ese hombre
que mira hacia dentro
observa el diluvio
la oxidación el derrumbe
las grietas
ese hombre
que se hace preguntas
se asfixia agoniza
y no reconoce
su propio reflejo
ese hombre
que piensa
soy yo mismo
El micromundo de la literatura está compuesto de seres humanos. Muchos se llaman a sí mismos genios delante del espejo del psicólogo, ese que siempre se rompe con filos cortantes que sólo dejan margen a la metáfora de la sangre enfrentada consigo misma. Todos hemos pasado por la trampa del espejo, ese que siempre rompemos. Puede que la poesía brote con la sangre, no lo sé... lo único que declaro es que si no hay sangre no existe la Poesía.
Tan sólo añadir que no se puede escribir un libro como éste sin haber recorrido un largo sendero. Sólo desde la ratificación de uno mismo, como hace el autor al escribir: todas mis deudas al fin saldadas, puede uno pararse, escribir este libro... y continuar la ruta. Ya no pesan tanto las maletas que avanzan a la pata coja, ni la vida...
Quédate con esto:
PIRÓMANO
tu alma
lo que llevas
por dentro
póntela
en las manos
seguro
que está ardiendo
y empieza o sigue tu propio camino, en alguna parte se cruzarán nuestras rutas entre la niebla:
Prólogo de Gsús Bonilla en HankOver: en este agujerito en la Niebla
Blog de Vicente Muñoz Álvarez: Mi vida en la penumbra
Apoyad con vuestra presencia, si estáis por León, al autor en la presentación de Días de ruta en el Bar Belmondo, allí donde otro gran escritor leonés, Yago Ferreiro, ofrece un espacio que da luz a la cultura de León, bajo las sombras de la catedral.
Feliz cumpleaños, V
Alfonso Xen Rabanal, de Crónicas para decorar un vacío.
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