lunes, 8 de julio de 2013

MALDITOS


durante el paseo por el bosque esta mañana 

pensé 

que ninguno de los escritores de mi entorno (y conozco a cientos) vive realmente de la literatura, su literatura no se remunera, no se reconoce, apenas se reseña, algunos tienen trabajos que les desconcentran y alienan, otros ni siquiera eso, se dejan la sangre y las vísceras en el papel y a veces, si hay suerte, les publican libros (que apenas se distribuyen y nadie logra encontrar), pero casi nunca cobran por ello derechos de autor, un simple comentario les tumba o anima, son los mejores cerebros de mi generación y están perdidos, frustrados, rotos, aunque casi nada logra hundirles, vuelcan en sus textos sus esperanzas y miedos y eso les suele salvar, se caen y se levantan cientos de veces, reciben golpes bajos, sudan tinta a chorros, se reúnen, se asocian y montan revistas, organizan sus propias lecturas, encajan mil negativas, les engañan, les ningunean, les traicionan, madrugan o trasnochan para escribir y corrigen y destruyen continuamente sus libros, aguantan suspicacias y recelos, se queman y renacen a diario de sus propias cenizas, no tienen casa propia ni planes de jubilación, les fagocita el sistema, escuchan resignados el dedícate a otra cosa, se refugian en trincheras, malviven y envejecen en pisos de alquiler, frecuentemente les abandonan sus parejas, padecen insomnio, dudan, naufragan, se ahogan, les miran mal los cuerdos, no les entienden los locos, sus coches, si los tienen, son chatarra pura, imposible pagar el seguro y llegar a fin de mes... 

reman contracorriente, luchan contra todo, pelean siempre a la contra... 

y aún así conservan la dignidad 

¿son o no escritores malditos? 


Vicente Muñoz Álvarez,
en Meando contra viento,
cuadernos tra(n)sgresores

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