las temperaturas han bajado súbitamente y ha llovido fuerte en la montaña estos días (ya pude escuchar el clásico se jodió el verano), ayer comida familiar al aire libre pasada por agua, litros y litros de agua, como si el mundo se fuera a acabar, y empanadillas y pollo de corral bajo la tempestad y un sms en la sobremesa de mi amigo Gonzalo: el bosque de Y está lleno de russulas y boletus... así que esta mañana, sin dilación, allá que me fui con mi colega Andrés después de semanas de calor abrasador en la city y todo allí mágico y lisérgico y revelador, el pueblo dormido, los gallos todavía cantando, el viejo cementerio, la pista que subía a la peña y el laberinto de robledales y hayedos... y sí, efectivamente era cierto, en pleno verano una explosión increíble de setas, russulas y boletus y hasta alguna amanita cesarea y otras muchas que no identificamos y no quisimos coger, el rocío del amanecer cubriéndolo todo y la perra empapada, como una sensación de primavera tardía o de otoño incipiente (según el punto de encaje), el bosque lleno de setas, animado y sugerente y tranquilo... vueltas y vueltas entre jaras y robledales y encinas, ascendiendo lentamente en zig zag, y milanos y buitres y alimoches y huellas de zorro y de venados y corzos y gigantescos hormigueros y vacas perdidas, y yo feliz por haber terminado mi nuevo libro (que, por cierto, habla bastante de setas: quién me lo iba a decir) y todo exuberante y húmedo y fresco y los dos llena que te llena la cesta hasta terminar agotados descendiendo monte abajo con nuestro tesoro...
carga las pilas
me digo
cárgalas
pronto
pronto
volverán
los días de ruta
los días de ruta
v
Qué bella imagen... y qué mejor paladar. Observo que sigues asido a la fiel costumbre del madrugón. Bello relato Vicente, bello y renovador.
ResponderEliminarConcha González
perdón, Conchi, se me borró el comentario y he tenido que copiar y pegar...
Eliminargracias por tus palabras... seguimos on the road...
v