He leído de un tirón estas Canciones de la gran deriva que me había perdido en su primera aparición (estaba enfrascado en cosas estúpidas como tesis y esas tonterías).
Me ha dejado ese gusto a Vic que siempre me queda, esa especie de tendencia a la tristeza pero con esperanza de algo mejor por venir, pero al que debemos de hacer algo.
Una cosa: Vic sí que es un visionario y no los viejos esos del vídeo de marras. Vic no habla de esta crisis, manifiesta la crisis constante, perpetua, tanto la interior como la exterior. Anota desde su furgona, en la mesa de un café, en la calle o en un mercado cómo atraviesa la vida, su vida, nuestra vida, la vida de los otros, que se refleja en sus 24 maletas de ayer.
Los poemas inéditos que acompañan esta edición son tan actuales y afilados como los que escribió allá al final del otro siglo, y vemos que todo sigue igual de mal, siempre todo a peor... salvo el placer de leerte, querido amigo.
Por supuesto, si has llegado hasta aquí, te conmino a que busques la página de Origami y te pidas el libro.
Felipe Zapico Alonso, del blog Narciso el Valvulista.
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