como en La Caída de la Casa Usher (cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo durante un oscuro día de otoño), atravesando de la mano páramos siniestros y desolados, llegamos al Convento Senhora da Vitória, en Castelo de Vide, ya en el corazón del Alentejo, y todo allí fue magia y ensoñación, aquel decadente caserón, sus salones vacíos, sus habitaciones umbrosas, sus chimeneas somnolientas, sus baños decimonónicos y sus camas con dosel, y afuera, en cuanto el sol rápidamente se puso, la oscuridad y la lluvia, fantasmas victorianos y merodeadores, justo lo que buscábamos, pura regresión...
Vicente Muñoz Álvarez
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