mi perrina deliciosa, Wendy, hija, madre y hermana, tiene ya quince años... a mí en concreto me han agrietado durante la travesía el corazón y el cerebro y la piel, pero ella envejece y se deteriora, según parece, antes que yo... y no me gusta nada sentirlo y verlo, cierto, aunque es lo que hay... mi perrina maravillosa, la mejor que me había podido tocar, que me acompañó a cientos de mares y rutas y que ha presenciado todos mis cambios de muda y de piel, se deteriora y envejece día tras día, y es doloroso y muy triste verlo, pero son así las cosas, lo efímero y lo pasajero, el paso del tiempo, las nubes y las estaciones que vienen y van, es lo que hay y hay que aceptarlo... sopitas y buen vino, como me gustaría que me dieran a mí, es lo que ahora queda, la digo, y serán, mientras resista, de mucho sabor y poder, ya lo creo...
Vicente Muñoz Álvarez
photo by Elisa M
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