no sé por qué, pero frente a la adversidad, nosotros, los escritores, creamos y nos crecemos... quizás porque sólo con abundantes dosis de frustración seamos capaces de alcanzar, contagiados hasta la médula de literatura, el éxtasis necesario para crear, lo cierto es que mirando a mi alrededor, a mis colegas del gremio, me veo reflejado en la misma espiral: derribar para construir, destruir para edificar... se nos cae la casa encima, se derrumba nuestro techo, nuestro mundo se hace añicos, se nos clavan las palabras, se nos hunde la autoestima, se nos pierde la mirada, se nos parte el alma trozos, se nos rompe el corazón... no lo sé, no sé por qué, pero es sin duda un mal endémico del escritor, vivir hacia dentro cuando la vida, obviamente, está fuera, y eso, todos lo asumimos, no da mucha seguridad...
don
y maldición
me repito
las dos caras
de la misma moneda
Vicente Muñoz Álvarez
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