de entre todos mis ídolos del mundo irreal, uno en concreto: el Capitán Nemo... sobre todo su submarino, y ya en el interior de él, su camarote... estoy últimamente más que nunca por aventuras de mar, quimeras y ensoñaciones marinas, y Nemo y su camarote parece que se llevan la palma al respecto... porque, lo reconozco, siempre de una u otra manera ha sido así... cuando he vivido con mis padres, mi habitación, cuando he vivido con sirenas, mi despacho, y cuando he vivido solo la nave al completo, el caso ha sido siempre tener el espíritu y el camarote apropiado donde, como decía el bueno de Huysmans, refugiarme del incesante diluvio de la tontería humana... y en ese camarote, haya sido el que haya sido y donde haya sido, Nemo he sido siempre yo.... los libros como brújula, el cine como timón, la música como faro y la escritura como salvavidas... y, por supuesto, un periscopio a través del cual contemplar la sinrazón de la tierra a lo lejos y una ventana de gran angular, yo observando arrebatado desde ella las medusas, los pulpos y los corales, los barcos hundidos y los tesoros sumergidos, las algas hipnóticas y la serenidad del fondo del mar... y mi pipa de opio, claro, mi pipa de opio, que en esta fantasía tampoco podía faltar...
Vicente Muñoz Álvarez
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