lunes, 1 de septiembre de 2014

PERDIDOS en REVISTA LEER



En vís­pe­ras de la ‘ren­trée’ de sep­tiem­bre nos ocu­pa­mos de aque­llos auto­res que, aun escri­biendo y publi­cando, no esta­rán entre los nom­bres objeto de bombo y pla­ti­llo para edi­to­ria­les y medios. Los ‘jor­na­le­ros de la glo­ria’ (que diría Gar­cía), lite­ra­ria en este caso, son los pro­ta­go­nis­tas del docu­men­tal ‘Per­di­dos’, el pro­yecto en mar­cha de Demian Ortiz y Borja Donoso. DANIEL BERNABÉ habló con ambos para LEER. 

Nos encon­tra­mos en Espa­cio LEER con Demian Ortiz y Borja Donoso, direc­to­res del pro­yecto Per­di­dos, un lugar para encon­trar, para char­lar con ellos sobre su pelí­cula; un docu­men­tal que, según su sub­tí­tulo, quiere tra­zar “un retrato directo y fron­tal de la gene­ra­ción per­dida de la lite­ra­tura española”.

Demian nos explica que todo sur­gió a raíz de un pro­yecto foto­grá­fico para­lelo que realizó con escri­to­res. Hablando con ellos, inda­gando sobre sus tra­ba­jos y sus vidas, se dio cuenta de que muchos de ellos com­par­tían, entre otros muchos nexos, uno muy sig­ni­fi­ca­tivo: tenían ya una carrera a sus espal­das, lo habían dado todo por escri­bir… y seguían siendo unos desconocidos.

Deci­dió enton­ces impli­car en el pro­yecto a Borja Donoso y al resto del equipo –entre los que se encuen­tran téc­ni­cos cine­ma­to­grá­fi­cos habi­tua­les en el pal­ma­rés de los Goya– para cons­truir un docu­men­tal que explo­rara la expe­rien­cia de una serie de per­so­nas que hacen de escri­bir un largo y tem­pes­tuoso camino vital. Y ahí es cuando sur­gió el título, que de una u otra forma alude no sólo a los escri­to­res, sino a ellos mis­mos e incluso, creen, a los poten­cia­les espec­ta­do­res, ciu­da­da­nos de un país per­dido que busca la forma de encontrarse.

El docu­men­tal retra­tará la vida de una serie de auto­res, desde la entre­vista per­so­nal hasta el segui­miento de su coti­dia­ni­dad, en un intento de demos­trar que la escri­tura, gene­ral­mente, tiene poco que ver con el cli­ché de la vida bohe­mia y mucho con hacer aflo­rar las pala­bras con horas de tra­bajo tenaz.

Ortiz y Donoso nos expli­can que este pro­yecto no es un ejer­ci­cio de crí­tica lite­ra­ria sino una pelí­cula con una apuesta for­mal arries­gada que bebe de fuen­tes tan diver­sas como la serie bri­tá­nica de ‘scifi’ Uto­pia o el foto­pe­rio­dismo, y que gira en torno a la máxima de que del tra­bajo artís­tico no se puede esca­par. Pre­ten­den pre­sen­tar al público a estos escri­to­res recón­di­tos, dar­les a cono­cer para que se les lea; juz­gar su cali­dad lite­ra­ria no les corres­ponde a ellos sino a los lectores.

Per­di­dos nos habla, por ejem­plo, de la his­to­ria de Vicente Muñoz Álva­rez, escri­tor leo­nés en activo desde media­dos de los noventa, con dece­nas de libros entre poe­sía, prosa y coor­di­na­ción de anto­lo­gías, y que sin embargo debe com­pa­gi­nar su pro­fe­sión cul­tu­ral con otra asa­la­riada –de ahí quizá el título de su último libro, Días de Ruta (Luper­ca­lia, 2014)– sin dejar de dedi­carse a la pri­mera pero sin poder huir de la segunda.

Habla­mos enton­ces del éxito, de lo que se con­si­dera el triunfo lite­ra­rio, algo habi­tual­mente asen­tado más en las cifras que en las pala­bras. “La opor­tu­ni­dad viene de lo que dices que eres, no de quién eres” nos explica Borja, y de ahí, posi­ble­mente, esa men­tira retro­ali­men­tada de que los escri­to­res viven de sus letras, que sus libros son todo lo que nece­si­tan para moverse por el mundo.

Hablando de cifras: ¿pasa el mundo del cine por una situa­ción equi­va­lente? Ortiz y Donoso nos expli­can que ellos mis­mos son, en gran medida, los que finan­cian su pro­yecto. Nos dicen que rodar, a pesar de la digi­ta­li­za­ción, sigue siendo enor­me­mente caro. Una pelí­cula con pre­ten­sio­nes pro­fe­sio­na­les pre­cisa de un equipo mínimo de per­so­nas. Para finan­ciarlo algu­nas edi­to­ria­les, libre­rías e ins­ti­tu­cio­nes ya se han sumado a la aven­tura.

El equipo, nos cuenta Demian, ha ido tomando par­tido de forma pro­gre­siva por estos auto­res invi­si­bles. Donde no hay ver­dad hay tru­cos, y ellos han obser­vado el com­pro­miso de estos escri­to­res por situar su obra al lado de su vida, por la des­nu­dez, por con­tar la reali­dad, su reali­dad. Todos los inte­gran­tes de Per­di­dos están leyendo los libros de los escri­to­res a los que están fil­mando, en un intento teó­rico de que el espí­ritu de las pala­bras se refleje en las imá­ge­nes cap­ta­das. Borja nos explica que cree que se puede con­tar una his­to­ria de muchas for­mas, que tenían la nece­si­dad de dotar a su esté­tica de dis­curso, a su len­guaje visual de una narra­ción. Lo impor­tante, inter­viene Demian, es lo que te lle­vas detrás de la cámara, la nece­si­dad de enten­der­les for­mando parte de su vida, o lo que es lo mismo, sumer­gién­dose en su obra.

Ambos rea­li­za­do­res dejan claro que no pien­san que esta gene­ra­ción per­dida nece­site sal­va­do­res, ya que quizá han asu­mido, desde la hones­ti­dad, no la abne­ga­ción, cuál es su posi­ción den­tro de eso lla­mado mer­cado lite­ra­rio. De ahí el blanco y negro ele­gido para el pro­yecto. El blanco y negro como una forma de sub­ra­yar las luces y las som­bras, y los dos mun­dos en los que el escri­tor vive: su carrera lite­ra­ria y su vida coti­diana; la reali­dad y su ima­gi­na­ción. Quizá no saben nunca en qué lado están, y quizá por eso resul­tan tan intere­san­tes ante la cámara.


DANIEL BERNABÉ (@diasasaigonados)




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