lunes, 11 de marzo de 2013

ANIMALES PERDIDOS según OCTAVIO GÓMEZ MILIÁN


Mirar al cielo es un trabajo a tiempo completo

Vuelve a la carretera, allí te encontrarás mejor. Toma el autobús de línea, no te bajes hasta la última parada... después, allí, en la tierra de las colillas aplastadas, en el reino de los supermercados de marca blanca, podrás encontrar a Vicente Muñoz Álvarez, una vez más, en el camino. Animales perdidos, el nuevo poemario de Vicente Muñoz habla con la rítmica de Carver de los últimos refugios que nos quedan, de los oráculos en las estaciones, de los días que pasan, como salidos de una fotocopiadora estropeada, uno tras otro, repetido. Vicente Muñoz llama al viento del norte por su nombre, escribe como si nunca pensara escapar de la torre de la canción (el poema inicial, Animales Perdidos tiene esa rítmica particular del fantasma Coheniano), la lírica del que llega a los cuarenta con pelo gris en el pecho, con una melena rebelde, que reza a sus amigos porque no le quedan mejores dioses (qué hermoso el poema dedicado a Raúl Nuñez... las palabras sobre David González, Pablo Casares, Alfonso Xen Rabanal...), en cada parada del camino uno se imagina a Vicente Muñoz Álvarez deteniéndose en una gasolinera, con el catálogo de cintas de cassette donde ha grabado sus poemas, como aullidos castizos. Mirar el cielo como un trabajo a tiempo completo.

Octavio Gómez Milián, en Zaragota.



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