jueves, 23 de mayo de 2024

ESTE ES MI HIJO (Que estudió Derecho y se torció por el camino)

Acostumbrado a la férrea disciplina de los PP. Agustinos durante más de una década (desde los cinco a los diecisiete años: de párvulos a selectividad), la Universidad, donde no era obligatorio ya ir clase y se podían conseguir sin dificultad los apuntes, fue una especie (otra) de liberación... Apenas pisé el Campus el primer curso, después de asistir a algunas clases y aburrirme como nunca antes, ni siquiera en el colegio, lo había hecho... Oh, la Facultad de Derecho, qué rancio aroma a podrido, qué compañeros más austeros y formales y anodinos (a diferencia de los de Biológicas o Veterinaria, mucho más hippies y enrollados), qué jerga tan imposible, la jurídica, qué asignaturas tan densas y tediosas (Romano, Natural, Político, Civil), qué complicado me resultaba entenderlas y, lo más importante (en realidad lo único importante), memorizarlas... Eran los tiempos, además, de Veredicto final y la Movida y la noche leonesa, y de mis primeros amores e intensas lecturas e intentos de escritura, y me planteé muy seriamente dejarlo... Pero el caso es que, más por no contrariar a mi familia que por ninguna otra cosa, no lo dejé, y contra viento y marea seguí allí, en la Facultad estudiando Derecho, hasta que siete años después, con muchos desvelos y resacas a cuestas, obtuve la licenciatura... Todo ello para tirarlo todo por la borda tiempo después, tras otros tres años de preparar oposiciones y hacer la P.S.S. (Prestación Social Sustitutoria: de la mili) y ponerme a vender zapatos con mi padre... “Este es mi hijo, que estudió Derecho y se torció por el camino”, solía decir para presentarme a los clientes las primeras campañas, y yo me lo tomaba muy a pecho y le decía que no era verdad, que sí había terminado Derecho y que eso no era exactamente torcerse por el camino... Más bien, pienso, me enderecé, comprendí que ese, el Derecho, no era mi mundo ni espíritu, y decidí, como desde entonces he hecho siempre, seguir mi propio camino...

Vicente Muñoz Álvarez,
de Regresiones

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