Como un mal viaje de LSD, lleno de abismos insondables, criaturas espeluznantes y pequeñas muertes, Mad God (2021), de Phil Tippett, es un descenso sin paracaídas al fin de la noche, ese lugar sin retorno, en lo más profundo de nosotros mismos, donde confluyen todos los caminos.
Alucinada, visceral y lisérgica, esta película de animación en stop-motion es una pesadilla a caballo entre el horror cósmico y la nueva carne, el viaje iniciático y la génesis de la creación, que nos transporta a un universo delirante y malsano, onírico y pertubardor, de una potencia visual que apabulla.
Treinta años, ni más ni menos, según cuentan, es lo que ha tardado Tippett, gran gurú de los efectos especiales (Robocop, Star Wars, Parque Jurásico, Willow, etcétera), en terminar este film, algo que no sorprende demasiado, dada la infinidad de elaboradísimas criaturas y pavorosos decorados que, como una matrioska, contiene.
Sentaos cómodamente en el sofá, apagad las luces y preparaos para una inolvidable experiencia, que alterará vuestra conciencia y os erizará en más de una ocasión la piel.
Eso sí: como diría el bueno de Dante, abandonad toda esperanza antes de verla: no volveréis siendo los mismos.
Vicente Muñoz Álvarez
¿Dónde se puede ver?
ResponderEliminarDesde el Emule en mi caso, Gonzalo: Salud.
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