De cómo el fanatismo religioso, mal digerido, puede resultar perjudicial y dañino, y de las terribles consecuencias que puede traer, da cuenta la historia de la humanidad y los millones de cadáveres que abonan la tierra que a diario pisamos.
No solo el sueño de la razón produce monstruos, el de la religión también, habría que añadir, y a menudo mucho más tenebrosos.
Sobre esa premisa, y los arrebatos del misticismo y la penitencia, la redención y la santidad, construye la directora británica Rose Glass Saint Maud (2019), su debut cinematográfico, un elegante y turbador thriller psicológico, que con un ritmo lento y pausado, tomándose su tiempo para perfilar bien la historia y los personajes, nos arrastra sin apenas estridencia a las puertas del mismísimo infierno.
Interpretaciones magníficas de Morfydd Clark y Jennifer Ehle, enfrentadas en un duelo memorable, estupenda fotografía y ambientación, y un final que no te quitarás en mucho tiempo de la cabeza.
Una directora a tener en lo sucesivo en cuenta.
Vicente Muñoz Álvarez
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