A veces, como me pasa con Poe, Machen o Lovecraft, a los que releo una y otra vez desde adolescente, sobre todo estos días de invierno profundo y ominoso en la Tierra, con el temporal arreciando fuera y la chimenea rugiendo dentro, vuelvo a Fulci con la misma intensidad y pasión: tardes de películas de terror y el enemigo íntimo que soy yo mismo, en tiempos de apocalipsis: buena compañía...
Vicente Muñoz Álvarez
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