Eclipsada por su hermana mayor, El exorcista, la obra maestra de William Friedkin, El Anticristo (1974), de Alberto de Martino, pasó en su día discretamente desapercibida y en la actualidad es un filme de culto del que pocos se acuerdan y que no obstante merece la pena, y mucho, videar.
La interpretación de la protagonista, Carla Gravina, es espectacular, la música de Ennio Morricone magnífica, el guion estupendo, y la atmósfera que logra recrear, realmente enfermiza y aterradora.
Truculenta y casposa, sacrílega y tétrica, morbosa y escatológica donde las haya, la película de Alberto de Martino, pese a lo limitado y artesanal de sus efectos especiales (lo peor sin duda del metraje), está llena de espeluznantes secuencias y momentos brillantes (las posesiones del monasterio y del bosque son, ambas, para quitarse el sombrero) y destila como pocas ese aroma enrarecido y malsano, lisérgico y pesadillesco, de las películas italianas de horror de la época.
De acuerdo en que no hay comparación posible con El exorcista, pero si lográis obviar eso, El Anticristo os deparará muchas y muy desagradables sorpresas...
Para chuparse los dedos.
Vicente Muñoz Álvarez
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