Agradecido
La superación no es un camino que lleve necesariamente a la cima, no necesariamente significa ser más o mejor.
Superar algo suele implicar hallar algo de luz, pero no siempre el sol nos ilumina.
Cerrar los ojos puede convertirse en una vuelta al pasado.
El mal y el bien se complementan, nos permiten percibir el grado de uno y otro en comparación forzosa.
Es algo básico, pero no debemos olvidarlo si nos gusta vivir en los extremos, si lo que encontramos en equilibrio no nos motiva o no somos capaces de encontrar el punto medio, aunque sea ese equilibrio el que sabemos que debemos perseguir.
No, no es fácil descubrir la armonía.
Acabo de leerlo y vuelvo sobre las páginas con la punta doblada que marcan los poemas que me han llegado adentro. Son muchos, la esquina superior derecha es un fuelle de pasión. Cierro la tapa de Animales perdidos después de la relectura y consigo sonreír. Pienso que acabo de leer un resumen poético de los últimos años de Vicente Muñoz Álvarez, pinceladas auténticas de su vida, siempre en la lucha. Como creo conocer a Vic me alegro y sonrío: creo saber cuáles son los demonios que le atormentan y aquellos otros que le dan la vida.
Vivir no es fácil.
Vivir buscando cada instante el significado de las cosas, no es fácil.
Lo contrario, abandonarse, tampoco es una solución cómoda.
Huir de la mediocridad que domina el punto intermedio también es complicado.
No hay ficción que supere esa realidad.
Porque Animales perdidos es, sobre todo, un testimonio de vida, un testimonio de no ficción, en el que Vicente Muñoz Álvarez nos ofrece el tránsito desde el hundimiento hasta la plenitud, desde el desafecto hasta el amor. Ese amor que parece haberlo sanado, que le ha otorgado fuerzas para tirar adelante con la vida.
“Pura vida” escribe él, y yo se lo agradezco.
Porque la vida es una droga que se inyecta directamente en la vena, porque la huída a la búsqueda de aire que respirar es un buen motivo para seguir (mal)viviendo, porque escribir sigue siendo el mejor de los exorcismos, y porque cuando necesite cargar las pilas, cuando ande lejos del optimismo, cuando ni siquiera sienta la necesidad de respirar, sé que podré acudir a este poemario,
que germinará la ilusión,
que me hará revivir.
Esteban Gutiérrez Gómez, del blog BacøVicious.
Tránsito:
Del Infierno al Paraíso:
ANIMALES PERDIDOS
No eran buenos tiempos.
Me acababa de separar de mi mujer
y había tenido que dejar mi casa en el campo
y alquilar un apartamento
en el extrarradio de la gran ciudad.
Escribía fumaba bebía
y de vez en cuando lloraba
al contemplar asomado a la ventana
la desolación del paisaje:
los bloques inhóspitos de hormigón en la niebla
el cansancio en los ojos de los transeúntes
y el tráfico ensordecedor de la gran avenida.
Por primera vez en 40 años
me encontraba solo en la tierra.
R, la vecina del 6º,
adoptaba animales perdidos.
Se había quedado viuda hacía 2 años
y recogía por la calle
perros vagabundos y enfermos.
Uno de ellos, N, carecía de extremidades
y estaba inmovilizado y ciego.
R le había construido
una especie de cuna acolchada
y le daba en ella de comer con los dedos.
Algunas noches N, agitado en sus sueños,
se caía de su lecho
e incapacitado para cualquier movimiento
aullaba desesperadamente
hasta que R se levantaba
y le volvía a colocar en la cesta.
Yo le escuchaba desde la soledad
de mi cuarto oscuro
y su aullido me desgarraba por dentro:
aquel sollozo infinito y lánguido y triste.
Tumbado en la cama,
incapaz de dormir,
fumaba un cigarro tras otro
y añoraba el norte perdido,
el calor y el rumbo perdido,
naufragando una y otra vez
en los mismos recuerdos.
No eran buenos tiempos:
nada me satisfacía llenaba
todo me estremecía
todo me hacía llorar.
Por primera vez en 40 años
me encontraba solo en la tierra.
Y me gustara o no,
tarde o temprano,
también solo debería reanudar el camino.
MUNDO EXTRAÑO
aquel día
lo recuerdo
me sentía
particularmente
roto
roto
por dentro
y por fuera
rota
la cabeza
el cuerpo
el alma
roto
el corazón
aquel día
lo recuerdo
tenía también
un tremendo
catarro
me lloraban
los ojos
la nariz
la frente
me ardía
pensaba
en la gripe a
era
un domingo
insufrible
de resaca
y desamor
en la tierra
otro
domingo
más
y tenía pendiente
aquella inexorable
comida anotada
en mi agenda
un compromiso
aquella comida
y me sentía morir
con aquel catarro
a cuestas
pero no podía
evitar ir
me armé de valor
me duché me vestí
llegué reventado
al lugar convenido
y entonces
la vi
(no la conocía
no me la esperaba)
de entre todas
aquellas caras
deslumbrante
y marciana
la vi
e inmediatamente
se esfumó mi tristeza
volvió
a correr
la sangre
a bombear
de nuevo
el corazón
y todo
desde
entonces
fue rodado
era
primavera
era
domingo
era
un mundo
extraño
y era
el comienzo
de una
bella amistad
BEATITUD
sol
y arena
y playa
al fin da terra
y noches estrelladas
al borde del mar
y pura vida
y libertad
para regresar
con las pilas recargadas
y el corazón pletórico
a la vida
cotidiana
y al mundo
JARDÍN INTERIOR
En una terraza
de unos 2 metros
cuadrados
frente
a la autovía
macetas con
tomates pimientos
cilantro maría
las plantas
de mi nuevo jardín.
Nada que ver
con el anterior
exuberante
y frondoso.
Pero todas
las mañanas
al despertarnos
lo regamos juntos.
Y está
dando frutos.
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