cada vez más hipocondríaco
pensando en todas las enfermedades habidas y por haber, en que casi todas podría tenerlas yo, el hígado tocado algunos días (según me pase con el alcohol), los riñones otros, los pulmones siempre, la tensión por las nubes, la espalda y el cerebro roto, la diabetes, la hepatitis, el colesterol, el ácido úrico, trastorno límite de personalidad, problemas de integración, extrañamiento y deriva, falta de perspectiva, síndrome de inadaptación, colon irritable, reuma, artritis, cefaleas...
cualquier dolencia que leo o me impresiona o tienen mis colegas se traslada empáticamente a mí, como una esponja absorbo cualquier enfermedad, me abruman todas las noches pesadillas extrañas, pienso en el fin de los días, en que se acaba el tiempo, en la fugacidad de la vida y en la debilidad del cuerpo...
esta mañana, en el hospital, al ir a tomarme la tensión y pedir mis pastillas, carteles anunciando todo tipo de males, de virus y cánceres, campañas de vacunación, gente atestando el ascensor y las salas de espera, oliendo a sudor y miedo, buscando cura y consuelo, y yo en medio de todo ese caos encarnando subconscientemente todas las penas del mundo hasta que el doctor, tras la medición, me dice que todo va bien, más o menos bien, al límite pero bien, relativamente bien...
y entonces respiro hondo y bajo corriendo las escaleras y salgo suspirando a la calle y me digo que por hoy ya está bien, basta ya de aprensiones y cataclismos, vale ya de tragedias, la sangre sigue fluyendo, el corazón bombea y es hora de sentarme a escribir, me repito como un mantra o un exorcismo, para renacer de mis propias cenizas, etc...
Vicente Muñoz Álvarez
Photo by Jul
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