Crepúsculo de terciopelo rojo y cansina ingravidez, distorsión de los objetos, decadencia y languidez bajo el eco de una carcajada... Pero ahora estoy despierto y hay montones de basura sospechosa en las esquinas de mi cuarto, utensilios de mi exigua nutrición. Apenas siento el beso del agua al contacto con mi piel, espuma de colores cambiantes e irisados. Y la calle empalagosa, que se estira y se retuerce, se duplica potenciando mi fatiga secular. Ansiedad y ansiedad. Rostros cuadrados y aritméticos, de carne inexpresiva y desleída, pasan junto a mí cual fantasmas de mis sueños. Luces de neón que explosionan en mi mente y coches de ambiguos colores y policías y putas contagiadas mientras la angustia atenaza mi estómago con un abrazo frío. Pero al fin veo el rostro hermafrodita de mi dios, entre una multitud disforme, iluminado por una aureola que oscila sobre su cabeza en la representación de un éxtasis que abrasa... Amenazas, susurros lejanos e intercambio. Y la euforia de mis venas desnutridas, que con vítores triunfales celebran una orgía hipersensible. El sórdido retrete del sórdido garito que ya se torna aséptico, mágico y sensible por momentos que tal vez fueron horas. Pero ahora el camino ya no es largo, ni sucio ni poblado de fantasmas: vuelve a ser crepuscular. Y de nuevo en mi cuarto, que ahora es regio, un orgasmo estomacal sin erección. Y el sueño y la desidia, duermevela de fantásticas visiones, de caída eterna a lo insondable de un pozo profundo que se abre y se cierra y me expulsa hacia un vacío púrpura del que no deseo despertar...
Marginales
Marginales
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Vicente Muñoz Álvarez.
Ilustraciones by Mik Baro.
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Eje Ediciones, 2008
Los chicos del muy recomendable blog Cuentos & Cuentos, dedicado ex profeso al relato breve, incluyen este fragmento de Marginales en su catálogo de microrrelatos, justo después de Continuidad de los parques, de Julio Cortazar, uno de mis favoritos...
Daos un voltio por su página y disfrutad de sus propuestas.
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