Algo tendrán los 80 cuando aún los bendicen. Un experto en la materia como Vicente Muñoz Álvarez (tal vez el mejor porque lo vivió y lo escribe) hablará en el Musac este martes de contracultura. Y en esos años ubicará su intervención acerca de este cuasi género, porque los experimentó tanto con sentido casi científico como vividor a tiempo completo en ambas facetas. En realidad, aunque se observe como hecho colectivo, esa década y años posteriores, en Muñoz también fueron momentos claves para lo que ahora es su gran actividad como escritor e impulsor de otras tareas culturales y editoriales.
Por eso, aquí el personaje vale para hablar del roto del tiempo que no va a volver y el descosido que dejaron también algunas bajas inevitables. Y por supuesto, el clásico que aquí sí se da de que Vicente Muñoz Álvarez vivió para contarlo, como en ese Regresiones, que desde el relato en primera persona hace que pasen por delante la mayoría de las historias que le pasaron a una generación leonesa que en aquellos años 80 se subió a un frenético tren de curiosidad.
Muñoz Álvarez va al grano: «Los Cardiacos metieron la modernidad en León. Abrieron la puerta total por la que entraron un montón de músicos y creadores», afirma, él que militó tanto en un bando como batería de Veredicto Final como en su labor literaria que pronto se configuró como Vinalia Trippers.
Y solo con seguir su hilo vital también se pinta ese telón de fondo que es una capital de provincias que no perdía el ritmo de lo que pasaba en las grandes ciudades. Sobre lo particular leonés tiene una tesis: «La mía es que, como en otros lugares, después de morir Franco hubo un espíritu de celebración que se despertó por todas partes. Y León fue de los sitios en donde más gente se sumó a vivir lo que estaba pasando. Si Los Cardiacos fueron fundamentales en música, la aportación del dibujante Martín, lo que nos enseñaba y a dónde llevaba su obra, nos implicó a todos. Apareció el Garabatos, con José, Marina, el doctor Fenol, que nos traían los conciertos que se veían en Barcelona o Madrid», narra con viveza el autor de Mi vida en la penumbra o Marginales.
Como en realidad, el tiempo ha devorado muchas de las huellas urbanas que había, y que ahora han pasado al almacén de la memoria, sí que surge la cuestión de qué fue lo que se logró, o incluso qué quedaría como algo tan difícil de explicar a generaciones posteriores. Y Vicente Muñoz encuentra incluso algo de continuación: «Hay en primer lugar todo lo que se hizo y que muchos vivimos. Pero a partir de los 80 para acá, León ha sido una cantera brutal. Artísticamente, con altibajos, pero siempre con mucho nivel», afirma.
Tal vez en su negociado, el que podría ser la cultura y literatura underground, aunque se mueve como pez en el agua, y aclara que «yo no escribo novelas históricas. No sería nunca un creador de best sellers», sí echa de menos que, cuando los sectores institucionales miran hacia lo que hacen él y otros como él, valoraran con más atención, respeto y remuneración lo que se crea desde la cultura no tutelada.
Vicente Muñoz decidió algún día que no había más racha creativa que la de no parar. Salvo por sus cuestiones profesionales, que hacen que sea un escritor de verano e invierno que trabaja en lo otro en primavera y otoño. Pero en este 2020 puede decirse que se cruzan en su actividad acontecimientos que muchos esperaban en el circuito independiente literario español. Uno de ellos es el que será su nuevo poemario, que bajo el título de ‘Haga lo que haga en la Tierra’ verá la luz en próximas fechas. Pero también tendrá este año la oportunidad de ver lo que es más insólito, como es el que se reediten dos de sus obras: ‘Mi vida en la penumbra’ y ‘Marginales’ aparecerán en la editorial LC Libros y promete que revisadas y entrando de lleno al tema de lo que es una reedición. Porque Muñoz cree que igual que escribe desde la consciencia del mundo en el que vive, ese trabajo de exposición al público ha de servirse de la mejor forma posible. Así es que sus versos son siempre parte de su vida.
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