lunes, 8 de septiembre de 2014

SÍSIFO DESENCADENADO



ay ay ay, qué extraña es esta putísima vida... eso pienso mientras paseo por el bosque con Wendy al amanecer y reflexiono sobre los últimos meses haciendo balance de pérdidas: los que están y los que ya no, la revolución de las neuronas, cómo todo cambia con las estaciones y cómo, también, un vendaval o accidente puede de la noche a la mañana llevárselo todo... ay ay ay, qué difícil todo, me repito, el juego del gato y el ratón, del ratón y el gato, hoy te quiero y mañana no, y pasan mientras los días... pasan los días, aunque no nos demos cuenta, y vamos dejando atrás nuestras huellas, como una baba de caracol señalando nuestro destino pasan los días, actos y emociones, y van dejando imperceptiblemente huella: nuestros cuerpos se arrugan, se hunden en sus cuencas nuestros ojos, se acelera nuestro pulso en las venas, no renta la lucha, y mientras tanto otros, que somos nosotros, nacen y crecen y se reproducen y mueren y seguimos sin aprender la lección, dejando siempre los deberes a medias, y se nos escapa entre tanto la perla... la lucha, nuestra lucha, todo por qué y para qué, no lo sé, pero seguimos avanzando, nos guste o no, con nuestra perla a cuesta seguimos avanzando, escarabajos peloteros subiendo la colina, y arriba siempre la misma piedra, la tuya y la mía y la de ellos y nosotros también... pesa la piedra, cansa el camino, los ocasos nos ciegan... nos ciegan los ocasos y nos deslumbra a veces el sol, pero arriba nos espera siempre la misma pesada piedra... y esa piedra eres tú y yo y ellos y nosotros y no la dejamos brillar, no brilla la perla, sólo deslumbra el sol, la prosperidad, los sueños y anhelos, pero no la perla, la perla no brilla si no la dejamos brillar... aunque nos queda el orgullo, claro, y la dignidad, somos seres humanos, al fin y al cabo, el último eslabón de la saga, y al menos nos queda eso, el orgullo y la dignidad, y con ambas cosas construimos nuestros templos, trepamos altivos a sus torres, contemplamos desde arriba nuestro reino de barro y nos agarramos desesperadamente a nuestra humanidad... ay ay ay, los amores y los desamores y los caminos y veredas por las que vamos creciendo, endureciéndonos y envejeciendo y dejándonos en el empeño la piel... con mi perla-roca llego a la cima, Sísifo desencadenado, y de nuevo y hacia abajo, con ella en las manos, me vuelvo a caer...


Vicente Muñoz Álvarez

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