Mi amigo, el poeta Ramón Guerrero, me acaba de alegrar, sin duda alguna, el día y el corazón... Estaba sentado hace unos minutos en la terraza de mi casa, antes de que apriete el calor y tenga que buscar dentro cobijo, rodeado de tomateras y demás plantas de mi pequeño huerto urbano (guindillas, chiles, fresas, cilantro, orégano, etc), leyendo La novela de un literato, de Cansinos Assens, justo en un pasaje en que se evoca la amistad entre escritores, cuando ha llamado la cartera a mi puerta y me ha entregado un pequeño paquete, con remite del bueno de Ramón -que ya me había avisado de que me mandaba por correo un regalo muy especial, como anillo al dedo, me dijo, para mi mano-, y al abrirlo cuidadosamente, me encuentro esta maravillosa navaja y el texto que transcribo a continuación:
Estimado Vicente, espero que os encontréis bien, tú y los que te rodean.
Te mando este pequeño regalo pues, como te dije, cuando lo vi, sentí un intenso deseo de que lo tuvieras tú, con la intención de que esta hermosa navaja y sus labradores te hagan compañía en los paseos que das por los bosques de tu tierra y te sean de utilidad en las recogidas. Es una de las piezas de la colección estadounidense de navajas "Franklin Mint". La conseguí de forma emocionante en una puja en Países Bajos. Ya tiene su pequeña historia.
Un abrazo de Ramón.
P.D. Cuidado con ella que va bien afilada por Juan, el Gitano. Afilaó de hace 30 años en el mercado de Algeciras.
Anonadado, fascinado y arrebatado, que diría el mago Iván Zulueta, me he quedado al verla y acariciarla y pensar en los boletus que este otoño va a recolectar en el bosque, y sobre todo en su gesto, altruista y extraordinario, y en las afinidades y correspondencias que se generan, a veces, entre los poetas...
Mil gracias, Ramón, de corazón:
¡¡Me ha encantado!!
Vicente Muñoz Álvarez
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