toda la mañana de recados y compras hoy en la city (a la que, dicho sea de paso, cada vez bajo menos: no la necesito), abasteciéndome como un Robinsón para la ruta, primero las cosas de energía y poder, lecitina, polen, levadura, vitamina c y etcétera, mens sana in corpore sano (aunque el mal, como diría alguno que yo me sé, esté ya hecho), luego las de logística y estrategia, sellos y sobres, libretas y bolígrafos, bancos y ropa interior y exterior, lo que se dice el disfraz de hombre cuerdo, y despidiendo a mis padres y viejos amigos también, porque me toca irme a la guerra de nuevo, adiós a los paseos en bici al amanecer, para mí pura vida este verano, a las largas sesiones de lectura y meditación en la terraza, a cosechar cilantro y tomates y chiles jalapeños en mi pequeño huerto urbano, y a lo más importante de todo (y eso sí que no tiene precio, salvo el que voy a pagar estas semanas): mi libertad... toca ganar algo de dinero ahora, me digo, ya vendrá luego, como cada invierno, la ensoñación...
Vicente Muñoz Álvarez
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