Una de esas películas que, por lo brutal y estremecedor de varias secuencias, os lo aseguro, nunca se olvidan.
Basada en una novela de Jerzy Kosinski (el autor de la maravillosa Desde el jardín, también adaptada a la pantalla grande por Hal Hashby), El pájaro pintado (2019), de Václav Marhoul, es una exhibición de atrocidades capaz de poner los pelos de punta a los espectadores más aguerridos: pedofilia y explotación infantil, genocidio, violación, traición y venganza, son algunas de las barbaridades con que nos abruma esta cinta, de las más duras y salvajes que he visto en los últimos tiempos.
Y sin embargo, y pese a su larga duración, su extraordinaria fotografía en blanco y negro (que evoca a los mejores maestros rusos) y puesta en escena, su elaborado guion y sus sólidas y convincentes interpretaciones (Harvey Keitel, Udo Kier o Julian Sands, entre otros muchos, y muy en especial el niño protagonista, Petr Kotlar, un prodigio de actor), además del mensaje antibelicista que transmite, hacen imprescindible su visionado.
Montada en sucesivos capítulos, titulados con el nombre de los personajes que los protagonizan, la película narra los avatares de un niño judío en la Segunda Guerra Mundial, desde que sus padres, para intentar protegerlo de los nazis, lo llevan al campo con una tía que posteriormente fallece, y el calvario de vejaciones que sufre en su periplo por los pueblos devastados de la zona hasta reunirse de nuevo con su familia.
Inclemente, simbólica y sobrecogedoramente bella, y una película que no te sacarás en mucho tiempo de la cabeza.
Vicente Muñoz Álvarez
No hay comentarios:
Publicar un comentario