jueves, 6 de noviembre de 2025

LOS POETAS ISLA por PABLO MALMIERCA



Si hay un grupo de poetas que siempre me ha llamado la atención es el de los poetas isla, tal y como he encontrado que los llaman en algún libro de crítica literaria. Estos poetas se caracterizan por tener una línea propia dentro de las poéticas dominantes de su momento, además de una posición vital y política alejada de la mayoría.

Me voy a centrar en el análisis de dos casos que conozco muy bien. Ambos, Waldo Santos y Vicente Muñoz Álvarez se caracterizan por varios puntos comunes: sus poéticas no entienden de modas, ni de grupos, ni de servilismos; políticamente son anarquistas (no creo que tenga que explicar aquí qué es el anarquismo, aunque la intoxicación hace que la idea sobre esta ideología esté más que deformada); ambos no han sido reconocidos por aquellos y aquellas que hacen el canon; ambos han sido apartados de una centralidad poética que tampoco buscaban.

Waldo Santos es un poeta zamorano, ya fallecido, que publicó parte de su obra bajo el franquismo. Su posición vital, política y poética le llevó a una escritura comprometida con el otro desde postulados que incluían lo local mezcaldo con la hondura del cante jondo, pasado todo ello por un uso del lenguaje muy particular donde tenía cabida desde lo más culto a lo más popular. Waldo nunca fue reconocido en vida, ni tan siquiera por sus paisanos de Zamora; después de morir su familia se ha preocupado por rescatar su figura con diversos homenajes y, en mi caso, con la publicación de "Alaciar de espumas. Poesía y utopía en Waldo Santos", publicado por Lastura Ediciones en 2024. Curiosamente el recorrido de este ensayo es similar al de todo poeta isla, su repercusión es mayor en Estados Unidos donde está en muchas bibliotecas universitarias. En España toda figura apartada por el canon parece no tener derecho a ser estudiada o recuperada.

El otro poeta es Vicente Muñoz Álvarez, poeta ampliamente publicado, pero de escasa repercusión crítica y canónica. Pese a ser uno de los poetas más activos de su generación, su repercusión es escasa, salvo en aquellas personas que se preocupan por conocer todo lo que se hace en el universo poético y que excede al canon y a los constructores del mismo. La obra de Vicente, de carácter autobiográfico en su mayoría, al igual que la de Waldo, ha sido recogida hace poco por la Editorial Páramo en un amplio volumen titulado "Hombre de mimbre"; en este libro el lector que busque más allá de las recomendaciones de lo que las revistas y publicaciones de literatura tratan de imponer, puede encontrar a un escritor sincero, que busca la depuración de la palabra, que como en las reseñas que he realizado de su obra se acerca a una decantación muy próxima al haiku japonés, donde todo lo accesorio sobra en un discurso directo, donde se nombra aquello que no es políticamente correcto: la situación actual, la vida del poeta aislado por el canon, el sufrimiento por la situación económica... Todos ellos temas que, al igual que pasaba con Waldo, parecen tocar el punto débil de la sociedad letrada de manera directa.

Como poetas isla el sufrimiento se trasluce en su obra de manera directa, no tienen tapujos, y tampoco cortapisas, como aquellos que se ponen de lado ante determinados temas para seguir vendiendo mucho o seguir perteneciendo a un determinado grupo que les cobija y les garantiza cierta relevancia poética. Los poetas isla pagan su búsqueda y denuncia de la verdad con cierto aislamiento. Aunque tienen gran prestigio entre aquellos que les leen, la pena es que no puedan tener acceso a los grandes medios de distribución literaria, pues su literatura está a la altura de los encumbrados por el canon. Canon que en muchas ocasiones y más actualmente se hace desde motivaciones de grupo o de escuela, dejando a un lado muchas poéticas que quizá de otra forma serían más reconocidas.

Pablo Malmierca


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