mi chica, su piel suave y los dedos de sus pies buscando los míos al anochecer, algunos amigos, los días congelados de sol de invierno, escribir frenéticamente, leer a mis colegas del gremio, el pimentón y la tila y el vino, mi perra Wendy, los paseos kilométricos con ella por el bosque al amanecer, las escapadas al monte, los minerales (sobre todo el oropimente y el rejalgar y la pirita limonitizada y la blenda acaramelada), los buenos editores, las regresiones, mi colección de libros dedicados, pensar en cuando me arrebataba la novela gótica, las buenas lecturas, las parejas que perduran, la magia de los símbolos y del azar, los ocasos y los crepúsculos, Kerouac y los beats, Cesaria Evora, las películas de la Hammer, los spaghetti western y los giallos, los maniquíes de los años 70, las rocas con forma de cara, la playa y las dunas y las olas encrespadas, la furgoneta en verano, mi compay Andrés, los salones recreativos donde me crié, la gente que cumple, los escritores (buenos o malos) que se dejan las vísceras sobre el papel, los que no fingen, los outsiders, los nihilistas, los marginales, los anarquistas, los desafíos y viajes de mi hermano Carlos (para mí Castaneda), los Cardíacos, el pantano de Luna, el cementerio y el fortín (de los maquis) del pantano de Luna, mi hermana y mis padres (siempre presentes), las paradas de los monstruos y las ferias de freaks, la Isla de los Conejos (no va de coña), Richard Corben y Berni Wrightson, los recuerdos de mi infancia y adolescencia (algo, está claro, me dejé perdido allí), la lisergia de mi juventud (otro tanto de lo mismo), Veredicto Final (& las Specíficas), pasear en bicicleta, las huellas de animales sobre el barro, salir a buscar setas, el serbal de los cazadores, el olor de las cuevas, las Historias de la cripta, los cernícalos y los milanos, los acuarios y los terrarios, los oricios y los pulpos y las medusas, bucear, las noches del Toisón y del Ccan, las lambrettas y vespas de mi juventud, los microscospios (y sus realidades aparte), el musgo y el liquen, el rock progresivo, la psicodelia y las luces estroboscópicas y los acid test y los alegres bromistas, la Casa Botines (y la Torre de Plata), los Mitos de Cthulhu, viajar, volar, sentir, descubrir, ensoñar, amar, Thomas Bernhard (y su ferocidad), Céline y Huysmans y Bukowski (y sus benditos huevos), Walden y Sangri-La, la playa nudista de Vega, el camino de baldosas amarillas, los fetiches y las perlas, los universos paralelos, Portugal en otoño e invierno, trabajar la tierra, tocarla y removerla y plantar en ella esquejes y regarlos y podarlos y aporcarlos y verlos pacientemente crecer y cosecharlos y cocinarlos y comerlos y si sobran envasarlos, las cumbres nevadas, Vinalia Trippers, el cine de culto, las salamandras y los tritones y cangrejos y tortugas y renacuajos, seguir vivo y encanecer y tener fuerza (aún) para contároslo...
a pesar
de la avidez
de la erosión
a pesar
de la avidez
de la erosión
Vicente Muñoz Álvarez
Felicidades Vicente, por como escribes, por lo que sientes y por lo que eres!!
ResponderEliminar"A pesar de la avidez de la erosión"
ResponderEliminarPara mí, cierre mágico.
Saludos, Vicente.
esa frase se la debemos a Los Cardíacos, siempre presentes y fuente de inspiración.
ResponderEliminarsaludos & gracias
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