miércoles, 20 de agosto de 2014

CONVALECER (El placer de D'Annunzio)




más o menos, sí, va pasando el diluvio, vuelve la náusea a veces, como los malos recuerdos, pero algo dentro de mí dice que basta, que hay otros mundos en este, otras visiones, modos y sensaciones, formas de ver, y entro en fase de convalecencia, como en El placer, la novela de D'Annunzio que tanto me gusta, esa agridulce vuelta a la vida, cómo cada cosa tiene su símbolo y analogía, hasta el dolor, todo tiene su analogía, todo fluye y continúa, todo muere y renace, todo continúa, y yo con todo ello sigo, no sé hacia dónde ni cómo (mejor ni pensarlo), pero sigo, contra viento marea sigo, y mi sombra detrás, lo que pudo ser y no fue, las puertas que no abrimos, los caminos que dejamos atrás (dónde lleva la dirección que no tomo, se preguntaba Kerouac) y las cerraduras y las ataduras y las herraduras, todo mezclado y amalgamado dentro de mí, lo bueno y lo malo, el yin y el yang, la tormenta y la calma, el viento y la furia, el amor y el desamor, todo dentro de mí (y por supuesto de ti), somos lo que somos, fuego y ceniza, hielo y pasión, pero estamos, los que seguimos estamos, y también eso, como el resto, hay que contarlo...


Vicente Muñoz Álvarez

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