jueves, 26 de diciembre de 2013

"S" (De Violencia & Sexo)


tres eran tres los cines a los que, de chinorris, íbamos a ver películas clasificadas "S": El Lemy, al final de la Avenida Alcalde Miguel Castaño (antigua Avenida de Madrid), el Trianón, en Ramón y Cajal, y muy en especial El Crucero, en el barrio del mismo nombre, cruzando el Puente de San Marcos, que era el único al que casi siempre nos dejaban entrar... toda una odisea, con doce o trece o catorce años, hacernos pasar por mayores de dieciocho para poder entrar a ver aquellas películas, ya fueran de violencia y terror o eróticas y pornográficas, que eran las que habitualmente recibían tal clasificación, poniéndonos en la cola de puntillas para parecer más altos, llevando gafas de sol o embozándonos el rostro con bufandas y abrigos... a veces lo conseguíamos y otras no, dependiendo de qué cine se tratara y de quién estuviera en la taquilla (con las mujeres, gneralmente, la cosa se complicaba)... a mí, para variar, me gustaban más las de terror, pero casi todos en la pandilla preferían las pornográficas, que no solían mostrar escenas de sexo explícito, pero que disparaban igualmente nuestra libido e imaginación... La madre superiora del pecado, Emmanuelle 2: la antivirgen, Bragas calientes, Aberraciones sexuales de una mujer casada, El orgasmo y el éxtasis, Jóvenes viciosas o Gemidos de placer son algunos de los títulos que ahora me vienen a la cabeza, normalmente infumables, bizarras y psicotrónicas, y de las que apenas conservo ningún recuerdo... sí, en cambio, de las de terror, mis favoritas, grabadas a fuego en mi mente: La niña (de las que más nos aterrorizó), Apocalipsis caníbal, Sexo sangrientoLa mansión de los muertos vivientes, Los ritos sexuales del diablo o las mismísimas Viernes 13 y Las colinas tienen ojos, que en su estreno fueron todo un acontecimiento... Se advierte al público que este filme por su temática o contenido puede herir la sensibilidad del espectador... era su tentador eslogan, más aún para unos adolescentes, nosotros, aún recatados y ávidos de nuevas experiencias... allí estábamos, haciendo cola en las taquillas de los mencionados cines, para (si conseguíamos pasar) excitarnos con aquellos indigestos banquetes de muslo y pechuga... Agata Lys, Helga Liné, Barbara Rey, Nadiuska, o las más atrevidas Lina Romay (la mujer de Jess Franco) y Susana Estrada (la más cañonera), eran algunas de las musas habituales de aquellos engendros cinematográficos de la Transición, carne para la máquina del consumo y oscuro objeto de nuestro insaciable deseo... hasta que, no tardando mucho, a partir de los 80, comenzaron a llegar a las salas de cine y los videoclubs las películas "X", hermanas depravadas de las descafeinadas "S", y el público perdió de inmediato interés por ellas... qué tiempos aquellos, tan hipócritas, tan oscuros y tan viscerales, los que nos tocó de adolescentes vivir, herederos del antiguo Régimen, hijos sietemesinos de la democracia... 


Vicente Muñoz Álvarez

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