miércoles, 12 de junio de 2013

HOMÚNCULO (Ensoñaciones del paseante solitario)


aunque al final resultó al abrirlo estar algo picado y devorado en parte por los gusanos (como esta civilización marchita) y lo tiré apesadumbrado a la basura, esta mañana, paseando por mi bosque utópico, ese laberinto secreto que he convertido subconscientemente en mi Walden personal, me he encontrado este impresionante boletus pinicola bajo la sombra de un roble, desafiante y altivo, casi mamífero, homúnculo, casi animal... extraño mundo en la umbría, el que el bosque me ofrece a pocos kilómetros de la ciudad, lleno de huellas de ungulados y sitios de poder y aves rapaces y visiones y ruidos, en él nos perdemos mi perra y yo algunos amaneceres tras las interminables veladas de insomnio pensando en el peso y el paso del tiempo, necesitados de sosiego y ensoñación, a él acudimos a limpiarnos por dentro, concentrados en la floresta, lejos de babilonia, evocando a Rousseau y Thoreau, viejos maestros antiguos, siempre presentes, compañeros de caminatas y amigos, dejando atrás el esplín de la ruta y el tedio, dándole a todo vueltas y vueltas sin parar de pensar, pese a que otras voces y ámbitos, otros maestros (Osho, Buda, Krishnamurti: cuántos desayunos también a su vera) me susurran que no lo haga, que no piense, que deje la mente en blanco, que los pensamientos son nubes y desgracia, que los deje pasar... ay, mi cabecita loca, los boletus, las canas, las arrugas, la baja autoestima, el trabajo, la crisis, el extrañamiento, la erosión, la oxidación, el desgaste, la poesía y la hipocresía, el amor y el desamor y las pérdidas, los fantasmas, los reencuentros, exorcismos, la catarsis, el bosque, mi perra, nuestras pequeñas gestas y gestos, el desgaste y la lucha y el tiempo... 

todo

todo

se lo lleva
el viento

v


No hay comentarios:

Publicar un comentario