lunes, 3 de junio de 2013

CANCIONES DE LA GRAN DERIVA: Entrevista en Rick's Café.


Se encamina el Rick´s Café hasta las bellas tierras de León para conversar con el escritor, poeta, editor de revista y ensayista Vicente Muñoz Álvarez, para celebrar el lanzamiento de la segunda edición de su libro de poemas Canciones de la gran deriva, Editorial Origami. Está siendo el último año y medio, un tiempo de reediciones de obras que vieron la luz hace más de una década, y que otras editoriales han tenido a bien recuperar dada la calidad de las mismas. Hace poco tiempo, celebrábamos la nueva edición de Tratado de ornitología de Antonio Jiménez Paz que, como Vicente Muñoz, forma parte del grupo de autores del catálogo de Baile del Sol. Va saliendo el talento, la sensibilidad y lo clásico de las nuevas generaciones literarias, entroncadas con lo mejor de nuestros maestros de siempre, frente a la mediocridad lanzada al amparo del vacuo marketing.

Es primavera en el sur de Europa, el cielo azul nos alumbra con su luz alegre mientras charlamos. 

¿Qué ha pasado desde la primera edición de Canciones de la gran deriva con el Ateneo Obrero de Gijón hasta esta nueva edición con Origami y que ya va por la segunda edición?

Bueno, para empezar han pasado 13 años, y durante ellos un montón de cosas, buenas y malas, que me han hecho evolucionar como poeta y persona. Este fue el primer poemario que edité, en la colección de poesía Zigurat, del Ateneo Obrero de Gijón, que dirige David González, y desde entonces mi poética ha ido enriqueciéndose con nuevas lecturas y experiencias. Fue un libro que, pese a su modesta distribución, tuvo buena acogida en su día, y me apetecía reeditarlo de nuevo, revisado y ampliado con algún poema que en su momento quedó fuera y alguno reciente que lo complementa. Surgió la oportunidad con la editorial Origami, de Antonio Huerta, y el libro salió nuevamente a la calle hace unos meses (con una segunda edición en abril) prologado por el propio David González.

En el poema Crazy love, hablas de aquella relación sentimental terminada. Unos versos que forman parte, años después, de tu libro Animales perdidos. Desde la experiencia propia y ajena de vida, las señales nos van diciendo si una relación tiene recorrido o no.

Supongo que sí, el tiempo va poniendo todo en su lugar, haciendo que uno sopese en su justa medida sus vivencias y sensaciones. El amor y desamor, como el ying y el yang, la oscuridad y la luz, han estado siempre presentes en mi poesía, desde este primer poemario ahora reeditado en Origami, Canciones de la gran deriva, a Animales perdidos, el último que he publicado, a finales del año pasado, en Baile del sol.

Siguiendo con el tema afectivo, ¿qué importancia ves en la posibilidad de que las personas, las generaciones y los pueblos se planteasen una educación sentimental dentro de sus instituciones educativas y también a través de otras instituciones?

Seguramente si fuera así, se evitarían muchos problemas de convivencia, no todos, es obvio, pero al menos serviría para que tuviéramos unos referentes a los que remitirnos cuando nuestras relaciones fracasan. Lástima que en nuestro sistema educativo este tipo de cuestiones no tengan ninguna importancia, porque creo que a todos nos vendría bien un tipo de formación así.

En algunos poemas, apreciamos cómo realizas una autocrítica, ¿qué de sanador tiene? ¿Qué nos enseña mirar con sinceridad los errores que cometemos?

Efectivamente, la autocrítica está siempre presente en mi obra, tanto poética como narrativa, es parte de mi manera de entender la escritura: partiendo de mi propia experiencia y errores, analizar los de la colectividad. Para mí la escritura es una forma de entenderme y entender el mundo, de exorcizar fantasmas y miedos, una vía de conocimiento y catarsis, y no tengo ningún reparo en mostrar y analizar mis propios fracasos y errores, que son, en suma, los de toda la sociedad. Por mucho que nos creamos distintos al resto, estamos hechos todos de la misma pasta, o muy parecida...

Tras leer varios libros salidos de tu pluma, veo que Malcolm Lowry es un referente. Como comenté en la reseña de Canciones de la gran deriva, éste cuando descubrió la obra de Ortega y Gasset se identificó plenamente porque él entendía la vida como vocación. Dos preguntas. La primera, ¿qué curioso que tengamos a pensadores como Ortega o su amigo y discípulo Julián Marías, y se les preste tan poca atención?

Lowry es uno de mis referentes inmediatos, ya lo creo que sí, su sentimiento trágico de la vida, del amor y del mundo, y, en relación con lo que comentaba antes, su asombroso ejercicio de autoanálisis. Bajo el Volcán y Oscuro como la tumba donde yace mi amigo, tienen mucho que ver con Canciones de la gran deriva, y más aún con Animales perdidos, que arranca y termina con sendas citas suyas.

Con Ortega y Marías sucede, por desgracia, lo que con casi todos los filósofos y pensadores: se les hace muy poco caso, mucho menos de lo que deberíamos, sobre todo en este país… Por desgracia, aquí pesa más la opinión de Florentino Pérez, Belén Esteban o Bisbal, por citar algún ejemplo, que la de nuestros filósofos e intelectuales... Y así nos va…

La segunda, en tu caminar diario como representante de calzado, has convertido ese tránsito tuyo en un magnífico observatorio humano, intergeneracional y social. ¿Cómo trabajas luego para darle forma a través de tus ensayos, revistas, novelas o poemarios?

Sin duda es así, tienes razón, mi escritura es básicamente autobiográfica y se nutre de mis propias experiencias, vividas de primera mano. Mi oficio, al margen de la escritura, con el que me gano la vida, es el de comercial de calzado, y ese mundo es el que a menudo me sirve de inspiración a la hora de escribir. Como lo fueron en su día las oposiciones, de las que se habla mucho también en este poemario, Canciones de la gran deriva, y en mi libro de relatos Los que vienen detrás, o la vida en el campo, sus mentiras y servidumbres, en El Merodeador, el cine independiente y de culto, en Cult movies: Películas para llevarse al infierno, etc. Sobre la base de lo que vivo y experimento, me siento a escribir. Luego, a fuerza de pulir, tachar y añadir, llego al texto definitivo, que por lo general resume, filtrado por el tamiz de la literatura (o eso intento), mis experiencias recientes.

Una cuestión muy íntima, ¿qué pensó y sintió tu pareja cuando leyó esa joya poética que es “Razón de la lucha”?

Um… se lo tendré que volver a preguntar, porque ahora mismo no lo recuerdo muy bien... Ese poema, y algunos otros de los inéditos que incluye Canciones de la gran deriva, está dedicado a ella, así como gran parte de Animales perdidos. Llegó a mi vida en un momento para mí muy delicado, tras una ruptura sentimental y un largo período de introspección, y desde entonces ha estado muy presente en mi obra. A diferencia de muchos otros, sin embargo, no soy muy dado a preguntar la opinión de los demás sobre lo que escribo, ni tampoco a dar ni recibir consejos de ningún tipo ni nada de eso. Sé que a mi pareja le emocionan mis poemas, sobre todo, lógicamente, los que hablan de ella, es todo lo que puedo decirte al respecto.

Tu empatía con ciertos ilustradores es magnífica. ¿Cuéntanos algunas anécdotas vividas con Julia D. Velázquez?

Bueno, Julia, mi pareja, es una estupenda ilustradora, además de fotógrafa, y eso, para un escritor como yo, que ha acompañado de ilustraciones gran parte de su obra, es una tentación muy fuerte, jajaja... En concreto, ella se encargó de ilustrar, con unos fantásticos pictogramas, uno de mis últimos libros, Cult movies: Películas para llevarse al infierno, que editó Eutelequia en 2011. Fueron varios meses de trabajo muy duro para ella, que se vieron finalmente recompensados con una edición magnífica. También, como sabes, ilustró Animales perdidos, mi último poemario, editado en Baile del sol. E hizo la portada de Canciones de la gran deriva, ese fantasmagórico barco suspendido de la nada, impresionante metáfora de la deriva existencial que describe el poemario. Pero no solo eso: continuamente le pido fotos e ilustraciones para acompañar textos en mi blog, ... En fin, una suerte para mí tener de pareja a una ilustradora, siempre me ha gustado poner imágenes a mis textos y, como ya dije, casi todos mis libros, sobre todo los de prosa, han sido publicados con ilustraciones. Miguel Ángel Martín, Toño Benavides, Mik Baro y, cómo no, Julia D Velázquez, han puesto rostro a mis criaturas y obsesiones. A todos ellos, una vez más, gracias por ser y estar.

En el poema “Concienciación”, en el que citas al maestro Unamuno, hablas de un tema clave como es crearse una conciencia. Desde ese observatorio cotidiano del trabajo en el calzado, qué cambios reales aprecias.

Ese poema se inspira en una cita de Unamuno, otro de nuestros grandes olvidados, en El sentimiento trágico de la vida: El hombre es un animal enfermo... Se refiere a la conciencia y al remordimiento, que nos diferencia (en teoría) de los animales y nos hace estar en guerra con nosotros mismos, tanto para lo bueno (mejorar nuestras relaciones sociales) como para lo malo (baja autoestima, falta de fe, etcétera). Desde mi observatorio laboral, al margen del oficio en sí, puedo analizar las reacciones de la gente frente a la crisis que nos asola y, con ellas, las mías propias. Son un reflejo, a pequeña escala, de la sociedad en la que vivo. Y de ello me sirvo a la hora de sentarme a escribir.

Sobre qué te gustaría hablar que no hayamos hablado.

Tan solo agradecer públicamente una vez más a David González el haber apostado en su día por Canciones de la gran deriva, cuando estaba aún comenzando a escribir. Y no sólo eso, también el haber sido un ejemplo a seguir de constancia y dedicación a la poesía, y haber incentivado mi vocación con muchas charlas sobre este oficio. A él le debo, en parte, el haber seguido adelante en los momentos difíciles y el concebir la escritura como una terapia y un ejercicio de autoanálisis y conocimiento interior.

Y por supuesto, gracias también a ti, Manuel, y a este espacio, Rick's Café, que tan hospitalariamente me acoge.


Manuel Carmona, en Rick's Café.



Canciones de la gran deriva en Origami:


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