domingo, 24 de marzo de 2013

TARDE DE PERROS


Una de mis películas favoritas de Sidney Lumet, Tarde de perros (Dog day afternoon, 1975) es un ejemplo de gran cine y oficio y de cómo, sin ostentaciones ni demasiado presupuesto, sólo con un buen guion y actores competentes, puede facturarse un extraordinario film, clásico y sorprendente a la vez.

Lumet nos presenta al comenzar la película a dos ladrones sin experiencia, Al Pacino y John Cazale (que ya habían compartido escenario en El Padrino), en el momento justo de atracar una sucursal bancaria. Aunque las cosas no salen como habían previsto y el robo se convierte en una gigantesca chapuza, con secuestro de rehenes, docenas de policías rodeando el edificio y un ejército de reporteros y cámaras de televisión filmándolo todo.

El resto, las más de dos horas que dura el metraje, es un incisivo estudio psicológico de ambos atracadores, sus reacciones imprevisibles al sentirse acorralados y protagonistas frente a las cámaras, los motivos que les han llevado a planificar el robo, su relación con los secuestrados y la forma casi surrealista de dirigir el asunto.

Tragicómica y corrosiva, la película de Lumet engancha y seduce por su inteligente guion y las impresionantes interpretaciones de Cazale y Pacino, tocados por el talento y la gracia, y del resto de secundarios, que convierten el secuestro en una especie de fiesta doméstica.

Una grotesca comedia humana (basada, además, en hechos reales) que pone sobre el tapete nuestras miserias y servidumbres en esta sociedad mediatizada por los medios de comunicación.

Divertida y triste a partes iguales e imprescindible en cualquier filmoteca.

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