La cabeza es, qué duda cabe, un mundo extraño. Las imágenes, las experiencias, los traumas y las sensaciones se amalgaman dentro sin orden ni sentido aparente y conforman, con el paso del tiempo, nuestra conciencia y personalidad fragmentada...
Videé esta joya del cine negro titulada The prowler (El merodeador) hace muchos años ya, tal vez quince o veinte o más, y desde entonces tuve siempre presente la idea de crear mi propio merodeador: esa inquietante figura que ronda, que nos mira, que vigila, que conspira, que acecha...
Poco tiene que ver no obstante la película - magistral en su género - de Joseph Losey (1951) con mi novela del mismo título (Baile del sol, 2007), pero la impronta de ese personaje, entendido de modo abstracto, planea sobre ambas obras de una forma ominosa y fatídica...
Hace unos meses, justo después de que mi libro se editara en Baile del sol, volví a videar The prowler, y todo un mundo de recuerdos y obsesiones revivió al fondo de mi cerebro, tocando fibras y resortes ocultos...
Áspera y dura como el cemento armado, redonda y descorazonadora, amarga y determinista, El merodeador de Losey sigue arrebatando pese al paso del tiempo, narrándonos una historia inmisericorde y real como la vida misma e hipnotizándonos con sus secuencias sombrías y su bellísima fotografía.
Una recomendación imprescindible para cualquier aficcionado al cine negro, que no podéis bajo ningún pretexto perderos.
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A vuestra salud.
v
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Hace poco leí El Merodeador y me encantó, tanto en forma como en contenido.
ResponderEliminarPara mí, este libro es un viaje a los infiernos de un neurótico obsesivo.
Abrazos.
Thanks, Javi:
ResponderEliminarese neurótico obsesivo, obviamente, soy yo... El Merodeador es una brújula y un flotador para las tormentas, o al menos con esa intención lo escribí...
salud & fuerza.v.