domingo, 5 de julio de 2015

LA ESCALERA DE JACOB



Como un mal viaje de LSD (los que sepan de lo que hablo lo comprobarán videando el film), La escalera de Jacob (Jacob's Ladder, 1990), de Adrian Lyne, nos sumerge de lleno en los más recónditos infiernos del alma, esa siniestra prisión interior donde los demonios (y carceleros) somos nosotros mismos.

Desconcertante y muy, pero que muy oscura, esta película ha resistido con sobresaliente el paso del tiempo y sigue siendo, a mi juicio, uno de los mejores títulos de terror psicólogico de los años 90.

Unos experimentos con una potente droga (BZ: quinuclidinyl benzilate) en la guerra de Vietnam, son la causa de las alucinaciones del veterano Jacob Singer (magnífico Tim Robbins) y algunos de sus compañeros supervivientes, visiones demoníacas y apocalípticas donde se entrecruzan tiempos y recuerdos y se distorsiona el sentido de la realidad, haciéndoles vivir una espantosa pesadilla.

Lyne juega hábilmente con la ambigüedad de la trama, baza principal de la película, llevando al espectador de aquí para allá (del purgatorio al infierno y, en última instancia, hacia el cielo: el filme, desde su propio título, está cargado de simbología bíblica) y haciéndole plantearse, como el propio protagonista, lo que está viendo y qué está sucediendo en la pantalla. Sensación que dura, potenciada por una tremenda y logradísima atmósfera opresiva, hasta el minuto final del metraje.

Magnífica y pionera (El sexto sentido, Los otros, Abre los ojos, El maquinista, etc, beben de ella) en su género.

Vicente Muñoz Álvarez

Trailer in You Tube:


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