a los que, a saber por qué extraños resortes, salvo con lo regular, con lo bueno y lo malo se nos eriza a diario la piel, nos gusta compartir estados de ánimo y situaciones, nuestras oscilantes y tormentosas vidas, que son en última instancia la base de todo lo que proyectamos, lo absurdo y sublime, lo efímero y pasajero, lo maravilloso y lo trágico, y cómo nos atraviesan como perdigones las cosas el corazón, y de eso y todo lo demás que hemos gozado y sufrido y aprendido, vamos dejando huella... viajes, ilusiones y desengaños, pequeñas gestas y gestos, para los que escribimos y decidimos algún día que nuestra realidad supera a la ficción, son nuestro cuaderno de campo... y como hay que contarlo, salvo lo regular, si eres de esos, todo, nuestros poemas se llenan de estigmas y cicatrices, pulsiones y emociones, que a algunos, según su forma ser y sentir, les llegarán y a otros no, eso en el fondo da igual... pero hay días en los que en nuestros ojos brilla radiante el sol, frente a la deriva y la herida, horas de tregua y celebración, y esos son, aunque no abunden ni lo parezca, de los que más nos gusta hablar... hoy es uno de ellos, sin motivo aparente, sin más ni más...
soplo entretanto
mis velas
Vicente Muñoz Álvarez
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