sábado, 5 de enero de 2013

REVISIONES, OBSESIONES Y OTROS TRIBUTOS: Prólogo.


Revisiones, universos expandidos, canon, realidades paralelas, personajes cansados de sus autores originales, “fandom”, “Crisis en Tierras Infinitas”, “Spin off”...¿qué significa todo esto? Todo comenzó con la cita que introducía Héroes, una de las primeras novelas de Ray Loriga. Loriga escribía: Para Ziggy. Ziggy, Ziggy Stardust, el alter-ego extraterrestre de Bowie. Bowie estaba en la novela, como estaba El Correcaminos en Dibujos Animados de Félix Romeo. Yo mismo leía tebeos de la Marvel y después Lobezno o el Doctor Extraño aparecían en mis juegos. Con la llegada de la era digital comenzaron a aflorar distintos sitios web donde los aficionados a las sagas de ciencia ficción o terror elucubraban sobre las andanzas de personajes extraídos de Star Trek o de Buffy Cazavampiros. Algunas historias eran mejores que las originales. Era lo que se conoce como el “fandom” y que uno puede rastrear en los fanzines de los ochenta y noventa, la literatura de grapa y fotocopia, donde no había más límites que la propia imaginación. Si uno piensa en la expresión “Universo expandido” tiene que relacionarlo con la saga Star Wars de George Lucas, que aumenta la historia narrada en sus seis películas a través de nuevos personajes y situaciones de las novelas, tebeos y series de televisión que llevan el sello de lo canónico. No se trata de ninguna novedad, en la historia de la literatura podemos rastrear al “Círculo Lovecraft” donde distintos autores afines al escritor H.P. Lovecraft dieron continuidad a la mitología de dioses galácticos creada por el autor de los Mitos de Cthulhu. Otro universo, en este caso relacionado con el terror, el que surgió de la mente del director George A.Romero, recibió un homenaje literario con la edición de El libro de los muertos, donde autores tan importantes como Stephen King o Ramsey Campbell son recopilados. El libro, coordinado por John Skipp y Craig Spector en su edición norteamericana, conoció una versión española en año 1990, publicado por la editorial Ultramar en su colección Zona Oscura. Después de dos lustros de búsqueda en librerías de viejo y páginas web dedicadas al libro usado pude finalmente hacerme con ella, siendo esta aproximación a la interpretación de universos ya creados el último paso para este proyecto: Preparé una lista de autores y escribí un correo electrónico a cada uno de ellos proponiéndoles que eligieran un espacio, un universo creado y que, con sus reglas y personajes, escribieran un relato. Una lista heterogénea, abierta y variada, como la idea del Multiverso o las Tierras Paralelas: Miguel Carcasona se quedó con Jacques Brel y yo aplaudí, como todos los espectadores entregados en el Olimpia de París, como los que se siguen estremeciendo en las noches de verano cada vez que ponen en su tocadiscos Las marquesas. El turolense Mario Hinojosa ha sido compañero en la distancia durante estos años y sabía que de su pluma saldría un gran relato. Generacionalmente cercanos, ambos seguimos teniendo en la cabeza la imagen de Garfio, el gran derrotado de Peter Pan, en la versión de dibujos animados de la Disney. Patxi Irurzun, conservador de la memoria anterior a Internet, rebuscó entre sus cajones los fragmentos de una biografía imposible de un olvidado personaje de Verano Azul y David Jasso abandonó por una vez su macabras aptitudes para el terror y buscando evitar lo evidente utilizó uno de los temas más evocadores de Joaquín Sabina. Magdalena Lasala profundiza en una novela de Flaubert a través de un personaje de inspiración mágica y Roberto Malo, uno de los escritores más originales de Aragón, deja su sello particular dando un paso más en el cuento clásico de la Cenicienta. Angélica Morales mezcla a Richard Burton con la Roma dorada del Cinecitta y el Egipto de peplum de Cleopatra y Vicente Muñoz Álvarez, responsable a través de cientos de proyectos y antologías de la renovación de las últimas letras españolas, juega con los personajes de Thomas Bernhard en un ejercicio maravilloso. Yo sabía que Igor Paskual, estrella de rock interina y mente preclara sería capaz de transmitir a través de su pluma la electricidad que supuraban las arañas de Marte y no ha fallado. Román Piñá se acerca a la imaginería de Tim Burton a través de la historia de Big Fish y Eva Puyó mezcla los escenarios victorianos con Cyrano de Bergerac. Aloma Rodríguez ve Alias por la tele y decide meterse en su relato antes de acumular referencias con su gusto habitual. Si hay un autor aragonés capaz de absorber referentes y manejarlos a su antojo es el oscense Antonio Romeo; lean su relato y lo entenderán y Juan Luis Saldaña, que maneja el humor y los clásicos como nadie, mira a los ojos directamente a la postmodernidad para convertir a los autores grecolatinos en cazadores de muertos vivientes. No se puede pedir más, déjense llevar por ellos, al otro lado del espejo, siguiendo el camino de baldosas amarillas, escapando en el último transporte de Tatooine o junto a Bob Dylan justo antes de salir al escenario de Newport. Ellos estuvieron allí...o quizá no.

Octavio Gómez Milián, de Revisiones, obsesiones y otros tributos (Editorial Comuniter, 2012).

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