miércoles, 30 de mayo de 2012

SABOREANDO A BLANCA LI (3)


El teléfono me despertó poco después de haberme acostado. Dos agentes. Habían encontrado otro cuerpo mutilado y desangrado como los anteriores. Pero esta vez habían encontrado a alguien muy cerca del coche, una mujer, que de momento se había negado a hablar. 

Me puse un tiro rápido, para vencer un poco el sueño, y salí disparado hacia la dirección que me habían dado aquellos polis. Era en el centro de la ciudad, en una plaza arbolada, entre otros coches. Y allí estaba: esposada junto a la pared en cuero negro, botas negras, guantes negros, pelo y ojos negros… Como una vampiresa. O un ángel nocturno. Andrógina, salvaje e irresistible. 

Los agentes la habían encontrado a un par de manzanas de distancia, tambaleándose, caminando como borracha a pasos lentos. No había opuesto resistencia, pero se había negado a abrir la boca. La habían apoyado contra la pared con las esposas y había estado como en trance hasta que yo llegué. Eso era todo. No había más. Y en lo tocante al cadáver, lo de siempre: aquel paquete de picadillo entre las piernas, la sangre por el coche, en los cristales, jirones de carne en todas partes… 

Procedí como las veces anteriores, llamar a la oficina, a la ambulancia, acordonar la zona… Pero eso sí: la chica se venía conmigo, en mi coche, a la comisaria. Estaba esposada, volada… No habría ningún problema. Y seguramente no tuviera nada que ver con todo aquello, además… Drogada o borracha, seguramente... Que me dejaran actuar, que atendieran al cadáver… 

La subí al coche y arranqué sin más explicaciones. En el sillón trasero. Con las esposas. Tras la reja. La veía por el espejo retrovisor como a una diosa, con sus ojos negros penetrantes clavados en los míos y aquellos labios rojos… 

- ¿Cómo te llamas? - pregunté. Pero no contestó. Permaneció callada un rato mientras la miraba y conducía y fumaba un cigarrillo. 

- Lo hago por tu bien, de veras... Si no quieres hablar ahora tendrás que hacerlo luego, en la comisaria, y te aseguro que allí no resultará tan agradable... Así que venga, dime: ¿cómo te llamas? 

- Blanca Li - me contestó. 

- Muy bien, estupendo, bonito nombre, Blanca Li… No es que pegue mucho con tu aspecto, pero vale, en cualquier caso es bonito: Blanca Li... Y ahora quiero que me digas qué hacías cerca del lugar del crimen a estas horas... 

- Salí a tomar una copa - dijo -. Bebí más de la cuenta y preferí volver andando a casa para tomar el fresco un poco... Esos policías me detuvieron y me hicieron esperar.... No hay más que eso. 

- De acuerdo, de momento te creo. ¿ Dónde tienes la documentación ? 

- En casa - dijo -. Me la dejé allí olvidada. Si quiere podemos pasar a recogerla de camino a la comisaría… 

Fue así, nada más, como os lo cuento. No fue cosa mía. Estaba alucinando al verla, no puedo negarlo… sus ojos, sus labios, aquel cuerpo… Pero fue ella quien me lo dijo: vamos a casa a buscar la documentación... No hubo otra cosa, de verdad. Ni lo había pensado tan siquiera. Aunque el caso es que nos dirigíamos ya hacia su apartamento... Un bloque de hormigón en las afueras, un piso octavo, una habitación llena de velas, incienso y ropa de cuero en todas partes…Y ella que me dice que le suelte las esposas hipnotizándome… que necesita ir al servicio, buscar el carnet, servirme un trago…Y yo que me acomodo en el sofá, enciendo un cigarrillo, miro al techo…Y ella que vuelve desnuda con su melena de aguas negras goteando espalda abajo, su cuerpo moreno y felino, musculoso, mirándome fijamente a los ojos, y pone un disco, Action Woman, y se estira, se retuerce, me provoca, se tumba a mi lado, me besa, me baja el pantalón y empieza a masturbarme pausadamente... Y yo que no aguanto más y digo quiero hacerlo... Y ella que susurra espera amor, mira primero, echa un vistazo…Y se me tumba enfrente, abre las piernas y allí está, su vulva dentada, de colmillos blancos muy afilados, como agujas… abriéndose y cerrándose… mostrando su interior rojo y oscuro… Me deja acostarme con ella, dice, pero no penetrarla, por mi bien... sólo a cambio de que olvide todo, los crímenes, las pruebas, el carnet… de que la deje esfumarse, desaparecer, largarse al fin del mundo…Y yo que digo sí, naturalmente, que ya no para de girarme el coco contemplando aquel prodigio, jugoso, babeante, tentador... 

Y luego el sueño… Olvido y sueño…Y un túnel largo oscuro.

Continuará...

Vicente Muñoz Álvarez, relato incluido en Black Pulp Box/Aftersun (Aristas Martínez, 2012).

Ilustraciones by Miguel Ángel Martín.

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