En cuestión de unas semanas, muy pocas, saldrá a la luz mi nuevo poemario, La poesía es un arma que carga el Diablo, publicado por la única editorial de este país que, de verdad e incondicionalmente, ha apostado por mí: LcLibros.
Agotado de los plazos de espera y desplantes de las editoriales al uso, y del despliegue de medios y gastos que implican -presentaciones, viajes, promoción y prensa: tanto por nada-, he encontrado con ellos, al fin, un hogar como anillo al dedo para mí y la división donde juego...
Los libros se editan bajo demanda vía Amazon, que te los lleva a casa en tres o cuatro días, así que vendes lo que vendes, lo que la gente realmente quiere comprar, y aunque no están en las librerías ni tienes ejemplares para reseñas ni para los colegas, este sistema, para los que estamos de vuelta después de docenas de libros y un montón de desengaños y frustraciones a cuestas, tiene también muchas ventajas.
Como no podía ser de otra manera, se lo he dedicado a David González, con quien me dejé durante más de dos décadas el corazón y la piel recorriendo España con incontables proyectos fallidos, empapándome de su energía e ilusiones, e invirtiendo y transmitiéndole también las mías, hasta que ambos llegamos no hace mucho a la misma conclusión: somos perros de la lluvia, autores marginales, de no ficción, y la realidad y evidencia, nuestras circunstancias, hacen a la larga cambiar de estrategia...
Los goles a favor y en contra, al fin y al cabo, serán los mismos, y nuestros lectores, si nos buscan, nos encontrarán.
El resto, la farándula y el carnaval, el cava y las rosas, para los de primera...
Vicente Muñoz Álvarez
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